_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Fin del 'sueño naranja'

La decepción por las promesas incumplidas marca en Ucrania las elecciones presidenciales

Cinco años después de que la llamada revolución naranja llevara la esperanza a las nevadas plazas de Kiev, el hartazgo popular puesto de manifiesto en las recientes elecciones presidenciales ha liquidado definitivamente aquel sueño. El entonces denostado Víktor Yanukóvich, de integridad más que dudosa, considerado un secuaz del Kremlin, parte ahora como el más votado para la segunda vuelta de los comicios que decidirán el 7 de febrero la jefatura del Estado entre el jefe opositor y la primera ministra naranja Yulia Timoshenko. Viejas caras: ambos han ocupado dos veces la jefatura del Gobierno.

En la cuneta de una Ucrania devorada por la corrupción y por la parálisis política, derivada de la incompetencia y la pugna entre sus dirigentes, ha quedado el presidente Víktor Yúshenko, alzado al poder por aquella revuelta popular de 2004 y ahora humillado por los votantes. Yúshenko, un prooccidental que ha incumplido cada una de sus promesas renovadoras, se ha ocupado básicamente durante la campaña de intentar destruir a su estrecha socia de los días de gloria, la volátil Timoshenko. Yanukóvich ha capitalizado la profunda desilusión ciudadana con quienes han defraudado sus ilusiones.

Más información
Yanúkovich descarta formar gobierno con Timoshenko en Ucrania
Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Unos pocos años han sido suficientes para esfumar las esperanzas de que Ucrania fuera el modelo de estabilidad política y buen sentido económico que necesitaban muchos de los países que emergieron del poscomunismo. Timoshenko o Yanukóvich pilotarán a partir del mes próximo una nación poblada como España y políticamente dividida en torno a líneas geográficas (los occidentales prefieren intimar con la UE, los orientales con Moscú), con una economía obsoleta y gravemente enferma, instituciones anquilosadas y una clase política desacreditada. Su Constitución ha sido en parte causa del tiempo perdido, confusa como es sobre los papeles de la presidencia y la jefatura del Gobierno.

Fuera de foco queda también la aspiración a ingresar en la OTAN, de la que el caído Yúshenko había hecho bandera. Para satisfacción del Kremlin, que nunca aceptó estas veleidades estratégicas prooccidentales en su patio trasero, ninguno de los dos aspirantes ha mencionado ahora el asunto. Ambos prometen acercamiento a la UE que bordean. Pero, sobre todo, quien gane en Kiev esta vez apostará por ser buen vecino de Moscú. A cambio, no habrá nuevas guerras del gas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_