Sabiduría de O Grove en el Almería
Raúl Caneda aterriza en la ciudad andaluza como segundo entrenador de uno de los mayores teóricos de los banquillos españoles: Juanma Lillo
En el previsible y, en bastantes ocasiones, cerril universo futbolero no acaban de cuajar teóricos, estudiosos y academicistas que buscan interpretaciones al juego más allá de la testiculina. Si además esas intenciones se acompañan de un discurso bien articulado y con riqueza léxica, las etiquetas y la sorna están servidas. Todas se amplificarán si a mayores no hay un pasado atrás, si quien quiere innovar, modernizar o incluso sistematizar no ha hecho callo en un vestuario de elite. Pero enseñar fútbol depende de algo más que la experiencia. Valores como el conocimiento, la psicología o el manejo grupal abren paso a técnicos que no han crecido sobre el pasto. Raúl Caneda es uno de ellos, meco de O Grove y futbolista frustrado -"era un jugador insignificante", se desprecia-, con apenas 20 años escribió La zona en el fútbol, un libro que consiguió que prologase Juanma Lillo, poco mayor que él, pero ya entonces referencia gracias a su trabajo en la Unión Deportiva Salamanca. Hablaban el mismo idioma.
"Dirigimos a privilegiados. La vía más eficaz es la persuasión"
Tan a gusto está que ni siquiera se plantea ser primer entrenador
Desde entonces, y han pasado casi dos décadas, no dejaron de estar en contacto. Caneda trazó su camino. Entrenó en O Grove y en Portonovo, colaboró con varias escuelas de fútbol, escribió artículos en prensa y organizó congresos que acogieron a los mejores entrenadores para compartir conocimientos. Rompió moldes en un entorno que en muchos casos ni comparte ni conoce. Hace cuatro años a Juanma Lillo le llegó una oferta para entrenar en México y le propuso acompañarle. Y ahí sigue, pasó por San Sebastián y ahora acaba de hacer las maletas para instalarse en Almería. "Tengo la fortuna de poder trabajar al lado de una persona que para mí siempre ha sido una referencia. Cuando empezaba a entrenar gracias a él vi que el entrenador podía ser algo más que un alineador o un animador", explica. Se fijó en Sacchi y en Cruyff, pero también en Lillo o en el gallego Julio Díaz, el último entrenador que subió al Club Deportivo Lugo a Segunda División.
México fue una experiencia iniciática para Caneda. Allí, en los Dorados de Sinaloa, conoció desde dentro el fútbol profesional, convivió con Lillo y con Pep Guardiola, que acudió allí para ofrecer sus últimos años dentro de la cancha y beber de buena parte de las fuentes que le han convertido en un entrenador memorable. Todavía siguen en contacto, compartiendo ideas. "Guardiola era un jugador extraordinario que fuera del campo tenía una gran inquietud por formarse como entrenador. México fue una experiencia muy positiva -reconoce Raúl Caneda- porque me sirvió para madurar ideas. Se trata de una liga importante, capitalizada. Luego, de vuelta, no me encontré nada que no me esperara en la Real, pero sí me llamó la atención la dimensión social del club, su grandeza y su exigencia".
Almería es la última parada por el momento, un equipo que sin llegar a caer en puestos de descenso ha prescindido de Hugo Sánchez como antes lo hizo de Gonzalo Arconada. Se ve que en todas partes exigen. "El fútbol es un fenómeno curioso", reflexiona Caneda, que tiene un punto descarnado en sus sentencias y asume algunas críticas, o "preconceptos", según él, como parte del espectáculo.
A Lillo, y por extensión a su segundo, Caneda, se les caricaturiza y se les menosprecia por su verbo más que por su trabajo. "El fútbol no es una isla, es un continente", dijo nada más llegar a Almería el técnico vasco, el mismo para el que el fútbol "es incientífico", "cualitativo, no cuantitativo" o califica a los equipos como "seres contextuales". "El entorno en el que trabajamos necesita generar personajes para montar el show y si ven a alguien que se maneja en un registro diferente del acostumbrado lo ponen bajo sospecha", valora Caneda, que describe a un jefe especialmente dotado para aunar voluntades, respetado por los profesionales, receptivo, abierto y empático, un tipo del que aprender, pero al que se puede ayudar y aportar. Y siente que su mensaje llega a los futbolistas.
"Dirigimos a privilegiados, no a obreros, y ahí la vía más eficaz es la persuasión y más cuando los entrenadores tenemos una autoridad limitada y temporal". Tan a gusto está, que ni se plantea ser primer entrenador. Tampoco lo descarta. "Ni siquiera me lo planteo. Ahora mismo estoy disfrutando, pero el camino se va haciendo", asegura.
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