El Atlético está iluminado
El Sporting pone el fútbol, pero los rojiblancos cazan un nuevo triunfo, el tercero consecutivo
Pues resulta que jugar, lo que se dice jugar, sólo lo hizo un equipo: el Sporting. Pero ganar, ganó el Atlético, que la grandeza del fútbol se nutre de paradojas así. Y lo hizo sin necesidad de gobernar el partido, un asunto menor en este equipo, que se maneja a arreones y que hace honor a su historia, teniendo como tiene en sus genes, amén de un inconfundible apego al sufrimiento, un cariño especial por el contragolpe. Controlaba el partido el Sporting, malvivía el Atlético sin guión, sin fútbol, apenas con sangre, cuando ocurrió lo inimaginable, una jugada excepcional, un contrataque de manual, frenético, que inició Forlán en su propio campo para que el balón pasara por pies de Reyes, que galopó, por los de Ujfalusi, por los del Kun, llegando de nuevo a Ujfalusi allá en la banda derecha. Y sacó el checo el centro medido, al segundo palo, donde Forlán lo cabeceó hacia el centro, a la llegada de Assunçao para que el brasileño lograra el tercer gol en sus 12 años de profesional.
ATLÉTICO 3 - SPORTING 2
Atlético: Asenjo; Ujfalusi, Perea, Domínguez, Antonio López; Reyes, Assuncão, R. García (Tiago, m. 73), Simão (Jurado, m. 54); Forlán (Ibra, m. 60) y Agüero. No utilizados: De Gea, Valera, Juanito y Camacho.
Sporting: J. Pablo; Lora, Gregory, Botía, Canella; Camacho, Rivera; L. Morán, Carmelo (De las Cuevas, m. 64), D. Castro (Maldonado, m. 71); y Bilic (Barral, m. 64). No utilizados: Raúl, Sastre, Iván y Matabuena.
Goles: 1-0. M. 12. Forlán. 1-1. M. 32. Diego Castro, de penalti. 2-1. M. 53. Assuncão. 3-1. M. 65. Ibra. 3-2. M. 90. Luis Morán.
Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Domínguez, Raúl García, Ibra, Reyes y Bilic.
50.000 aficionados en el Calderón. Un minuto de silencio por las víctimas de Haití y por el niño Alberto Fernández.
El gol rompió el empate y rompió también al Sporting, que llevaba más de una hora tocando y tocando. Y que no ganaba porque se vio el Atlético ante una oportunidad, la primera del partido y, claro, estando Forlán por medio la consecuencia fue la imaginable. Tocó Simão para Agüero, al que acosaron al alimón Boitia y Gregory, los centrales del Sporting. Listo como es, el Kun saltó, logró que sus rivales se pasaran de frenada, y la pelota llegó mansa a Forlán, que se la llevó atada al pie y marcó por bajo. Nada había hecho el Atlético hasta entonces y nada hizo después, más que defender el resultado con más entereza de la habitual. Y de repente... la hecatombe de todos los días. Asenjo salió a por el balón en el área grande y el chico, cual manada, atropelló a Diego Castro. Marcó éste el penalti y ahí estaba el Atlético, de nuevo acorralado.
Pero llegó el contragolpe perfecto, deprisa, deprisa, y el gol de Assunçao. Una maravilla. Al rato, el uruguayo cayó lesionado y dio paso a Ibra, que aprovechó los mejores minutos del Atlético para marcar tras un pase de museo del irreconocible Ujfalusi, que dejó solo al Kun para que éste intentara regatear al portero. Pero le cayó el rechace a Ibra y por bajo fusiló. Debió morir ahí el partido pero, como marca la ley, aún tuvo otro rato de tiritona el Atlético, con Luis Morán marcando desde el borde del área, con Asenjo borrando su error en el penalti con varias paradas de mérito y con Agüero, otra vez el mejor del partido, mandando el balón al larguero con una vaselina que no fue tal, que fue una delicia, un regalo, otro guiño de un equipo indefinible, que está iluminado.
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