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Reportaje:

La tensa espera del capital riesgo

El sector tiene 10.000 millones listos para invertir cuando la economía se recupere

Miguel Ángel García Vega

"Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos", escribió Pablo Neruda. Al capital riesgo (private equity) le sucede algo similar. Espera que los números de 2010 no se parezcan a los de 2009. El ejercicio pasado fue muy cruel. El volumen de inversión se contrajo un 47%, pasando de los 3.026 millones de euros invertidos en 2008 a los 1.617 millones contabilizados durante 2009, una cuantía similar a la de 2004.

Sin embargo, tras la tormenta, parece que amainará. "Veremos en España una tercera revolución industrial, que durará los próximos tres años. Y aquí entrará con fuerza el capital riesgo, pues no hay que olvidar que existen 5.000 millones de euros en fondos nacionales, y otro tanto en extranjeros, disponibles para acometer inversiones", dice David Cano, director general de Afinet Global EAFI.

Se esperan las salidas a Bolsa mediante OPV de Telepizza, Amadeus y Mivisa
Tras un desastroso 2009, las firmas de capital riesgo esperan buenas cifras en 2010

"Las compras en 2010 y 2011 serán las más rentables de los últimos años", asegura José Parejo, responsable de relaciones con los inversores de N+1 Capital Privado. "Este año veremos diez o quince operaciones y habrá que estar, sí o sí, en alguna", afirma Mikel Bilbao, socio responsable de capital riesgo de GBS Finanzas.

Además, "durante el año pasado, debido a la crisis, ha habido muchos empresarios que han consumido el enorme capital que habían acumulado, y esto hará que las operaciones se faciliten", dice Jaime Hernández, socio de MCH Private Equity Asesores.

Parece, pues, que hay señales esperanzadoras. "Las entidades financieras serán menos rígidas a la hora de financiar las adquisiciones y se dejará sentir la recuperación de la actividad empresarial", prevé Carlos López, de Confivendis. Con estos pilares, el capital riesgo debería encarar mejores tiempos. Las nuevas estrategias ya se van perfilando.

"Es un entorno favorable para los equipos de private equity que hayan demostrado capacidad para promover proyectos ambiciosos en ambientes complejos y que tengan respaldo de inversores sólidos", prevé Álvaro Mariátegui, consejero delegado de la firma de capital riesgo Nazca, que recientemente levantó un fondo (Nazca III) de 116 millones de euros.

A todo esto se suma la "liquidez brutal que tiene el sistema", dice Malcolm Lloyd, socio responsable de private equity de PricewaterhouseCoopers. Según sus cálculos, en el mundo hay 450 billones de euros disponibles para invertir en esta actividad. "Y hay que considerar", agrega, "que muchos fondos llevan dos años sin invertir y hay un gran apetito por hacerlo. Por lo que la búsqueda de oportunidades es intensa".

Los favorecidos en este escenario pueden ser, a juicio de Félix Guerrero, director general de GED Iberian Private Equity, los fondos que en la jerga se denominan middle y small market (mediano y pequeño tamaño), puesto que "los inversores están mostrando preferencia por este tipo de vehículos debido a su menor apalancamiento". En la práctica se espera que los múltiplos de endeudamiento de las operaciones no lleguen a los niveles de los años anteriores y se estabilicen entre tres y cuatro veces el Ebitda (beneficio bruto de explotación).

En este segmento medio se "podrá entrar en operaciones muy interesantes, pues son las que más potencial tienen al afectar a compañías que sólo pueden financiarse con equity

. Y la crisis ha dejado vivas sólo a las mejores", dice Javier Rivero, director de Valsart y fundador de Möbius.

Un panorama más complicado se abre, según Rivero, para las star-up (compañías pequeñas creadas por emprendedores) y las grandes empresas. Las primeras, si quieren encontrar financiación, deberán recurrir a proyectos con poco personal y planes de negocio muy ajustados. "Dos características que sólo se hallan en iniciativas relacionadas con Internet", precisa. Y las segundas, "al no tener acceso a la deuda, o se tiene un poder muy importante de inversión o no es posible entrar en la compañía", concluye el experto.

Todo esto también significa que el sector está recuperando cierta cordura, tanto en las ratios de endeudamiento como en las rentabilidades que se persiguen. "Los vendedores ya no hablan de conseguir múltiplos del 15%, los targets son mucho más realistas", aclara Mikel Bilbao.

Aunque hay quien, como Dominique Barthel, directora general de Ascri (Asociación Española de Entidades de Capital Inversión), pone freno a tanta euforia. "La inversión se relanzará poco a poco. Veremos operaciones de pequeño o mediano tamaño. Sobre todo de capital expansión

[firmas que están en una fase de crecimiento muy rápido] y buy outs

[adquisición de una compañía por sus gestores] menos apalancadas que años anteriores".

Otro signo de identidad de estos nuevos tiempos es que durante 2010 habrá más desinversiones a través de Bolsa. "Están pendientes las salidas al parqué, mediante una OPV, de

Telepizza, Amadeus y Mivisa", vaticina Malcolm Lloyd. Y esto es algo importante para el sector, y a la vez un cambio radical respecto a 2009, que ha estado parado en estas operaciones. "Eso sí", añade, "esta industria tiene el reto de ganarse la confianza del mercado. Debe gestionar con éxito las desinversiones para demostrar su capacidad de manejar la cartera en época de crisis".

"En este escenario hay oportunidades. Aunque aún no es el momento de las compañías cíclicas", advierte Parejo, "hay opciones en alimentación, sanidad y medios de comunicación. Eso sí, tan importante a la hora de seleccionar la inversión como el sector será el equipo directivo".

La inversión en private equity está pensada para grandes jugadores, que son capaces de asumir el riesgo que corren y entender las singularidades del producto. Pues tiene serias restricciones, como su imposibilidad de invertir en el sector financiero y en el inmobiliario. Y su iliquidez.

Es una herramienta de minorías. La entrada en esta industria "por derecho", como la define un experto, o sea, sin productos intermedios, necesita de una inversión que oscila entre un millón y 1,5 millones de euros. Y en esta partida juegan inversores institucionales, mutuas, aseguradoras, multifamily office... que tienen suficiente músculo para aguantar la inversión entre cinco y siete años (tiempo medio que se tarda en desinvertir).

Aunque hay algunas fórmulas más accesibles, como participar a través de fondos de inversión o planes de pensiones. Pero con restricciones. Estos últimos, por ley, sólo pueden destinar un máximo del 20% de su cartera a private equity. Y en el caso de los fondos, los denominados de inversión libre (hedge funds) permiten, a partir de cantidades por debajo de 50.000 euros, invertir en esta herramienta.

Pero no hay que olvidar que "a pesar de estas fórmulas más asequibles, estos productos no están pensados para un pequeño inversor. Son instrumentos sofisticados", advierte Francisco Neri, socio de Finenza. Una reflexión similar se puede hacer con los fondos de capital riesgo, cuya barrera de entrada son unos 250.000 euros y donde destacan instrumentos como Altamar o Arcano.

Conscientes de estos riesgos y limitaciones, otro camino para el ahorrador es apostar directamente por empresas cotizadas de private equity. Ahí están Dinamia (la única que lo hace en el parqué español), 3i, Denedin,

Electra, Graphite... "Esta opción me convence menos porque lo que de verdad estás haciendo es invertir en la propia compañía, no en capital riesgo", sentencia David Cano, de AFI.

Las salidas a Bolsa animarán la actividad del capital riesgo, que en 2009 fue muy pobre.
Las salidas a Bolsa animarán la actividad del capital riesgo, que en 2009 fue muy pobre.GORKA LEJARCEGI

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.
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