Osasuna saca el martillo

No es habitual en Pamplona respirar con calma antes de que el partido termine. José Antonio Camacho ya sabe los que es ganar, empatar y perder en los últimos instantes. Por eso se sintió raro cuando vio a Cristian Álvarez recoger el balón de la red por segunda vez con tan solo ocho minutos disputados. Dos antes Juanfran abría el marcador con un disparo raso que se colaba pegado al palo izquierdo del meta periquito, que nada pudo hacer tampoco ante el remate de cabeza, marca de la casa, del uruguayo en el segundo.

En realidad, el vendaval inicial de Osasuna es algo que ya conocen los equipos que visitan el Reyno de Navarra, pero que pocas veces había contado con una efectividad semejante.

Superado en el primer asalto, el Espanyol no entendió nunca cómo cambiar el partido. Ni siquiera cuando el colegiado premió a los de Pochettino con la expulsión de Rúper. Pero el viento osasunista no afectó sólo al conjunto visitante. También nubló la vista del colegiado, que mostró la segunda cartulina amarilla a Roncaglia cuando no había sido el argentino el causante de la falta.

En ese instante murieron todas las esperanzas del Espanyol, que trató de revitalizar el partido con las incorporaciones de Nakamura, inerte; Coro y el recién llegado Osvaldo, que no consiguieron alterar el trazo del encuentro.

Luego, se calentó por momentos un partido con rumbo fijo en el que Osasuna no bajó el pistón con un inmenso Azpilicueta y un soberbio Juanfran, que blindaron sus parcelas y se hicieron notar en el área contraria.

Cerró la puerta el conjunto de Camacho con autoridad y respira aliviado mientras que el Espanyol suma su séptima derrota consecutiva a domicilio.