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Premio al poeta de la concordia

El escritor Marcos Ana, que permaneció 23 años encarcelado durante el franquismo, recibe la distinción René Cassin de Derechos Humanos 2009

"La tierra no es redonda: es un patio cuadrado donde los hombres giran bajo un cielo de estaño". Estos son los primeros versos de Mi corazón es patio, uno de los poemas que Marcos Ana -seudónimo literario de Fernando Macarro Castillo, que resultó de unir los nombres de sus padres- escribió en una de las prisiones españolas en las que pasó 23 años de su vida al ser detenido y condenado a muerte al término de la Guerra Civil española tras haber luchado en el bando republicano. Durante su reclusión, este hombre que hoy cuenta con casi 90 años (los cumplirá el día 20 de este mes) empezó a escribir poemas que sacaba a la luz clandestinamente gracias a un guardián, vecino de unos parientes suyos.

Ha dedicado sus casi 90 años de vida a defender a los presos políticos

Cuando éste fallaba, pedía a los compañeros que iban a salir en libertad que se los aprendieran de memoria y los reescribieran una vez fuera. De esa forma, sus versos en defensa de los derechos del resto de reclusos políticos lograron traspasar todas las rejas y le convirtieron en uno de los primeros presos en ser defendidos por Amnistía Internacional. Las Asociaciones de Ayuda a España y los Comités de Solidaridad con los Presos Políticos que funcionaban en Europa y América Latina se encargaron de publicar y extender sus obras.

Tras ser liberado, el 17 de noviembre de 1961, París dio un homenaje de bienvenida a Marcos Ana en la sede de la Unesco. "No recuerdo la sensación de calor o frío, de oscuridad o luz que tuve al salir de prisión. Iba en una nube, inadaptado y feliz", rememora Marcos Ana en su obra Decidme cómo es un árbol. Memoria de la prisión y la vida.

Cuando volvió a ser libre, sus compañeros, al despedirse, le pidieron que no les olvidara. "Para ellos esas palabras significaban una esperanza, para mí un compromiso que me acompañaría toda la vida", relata el poeta en sus memorias. Y así fue. Recorrió Europa y gran parte de América "con sus presos a cuestas", como le decía su amigo, el poeta cubano Nicolás Guillén. Fue recibido en Parlamentos, universidades y concentraciones en las que promovió y organizó la defensa de los derechos humanos de todas las víctimas de la represión política en España. También coordinó la acción por la Amnistía General y actos de solidaridad con los presos políticos y sus familiares.

Fundó y dirigió en París, hasta el final de la dictadura franquista, el Centro de Información y Solidaridad con España, que presidió Picasso. Apoyado por poetas de la talla de Neruda y Alberti, Marcos Ana ayudó moral y materialmente a las víctimas de la represión política.

Ser "símbolo vivo de la concordia y la reconciliación española" y haber abogado, al salir de la cárcel, "por la paz y el diálogo rechazando cualquier deseo de venganza" le ha valido ser reconocido con el premio René Cassin -redactor principal de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y galardonado el 1968 con el Premio Nobel de la Paz- de Derechos Humanos 2009, cuya entrega estuvo presidida ayer en la sede de Lehendakaritza, en Vitoria, por el lehendakari Patxi López y la consejera de Justicia, Idoia Mendia.

El fallo del jurado destaca que Marcos Ana encarna el "valor de la humanidad y la lucha por las libertades", un "espíritu de conciliación y concordia, de respeto al pluralismo y de defensa pacífica de todas las ideas, que enlaza con el espíritu de la Ley de Memoria Histórica".

El galardón también quiso ser un "pequeño acto de justicia para los miles de hombres y mujeres españoles y extranjeros que lucharon contra la dictadura en defensa de la justicia, la libertad y la democracia", especifica el jurado en su dictamen.

Al recoger su premio, Marcos Ana pidió a ETA que abandone las armas y que "respete los derechos del pueblo vasco". A los jóvenes "envenenados por la filosofía de la violencia" les reclamó que se den cuenta de que en democracia todos los proyectos políticos son posibles. López, por su parte, subrayó que en Euskadi "no hay sitio para los matones ni para los que son incapaces de respetar los derechos humanos".

El poeta piensa que "vivir para los demás es la mejor manera de vivir para uno mismo" y que la "amnesia política no es buena". En esa línea, el poeta salmantino considera que "una buena memoria histórica es la mejor vacuna para las nuevas generaciones".

Además del premio, el escritor recibió una escultura creada por Adolfo Luis Cuevas bajo la influencia de Picasso. El lehendakari fue el encargado de entregarle la obra, titulada Fusión, que representaba a dos personas fundidas en un abrazo.

El autor resaltó que el trabajo artístico "crece del espíritu de la fusión entre las gentes, los pueblos, las etnias y culturas para entregarnos a un mestizaje donde no pueda caber ni la guerra, ni la tortura, ni el miedo o la persecución al otro por ser diferente".

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