Directores a plazo para salir de la crisis
Las reestructuraciones empresariales alientan el auge de los 'interim managers'
La recesión alienta en España el auge de una figura poco desarrollada entre nosotros: el director interino, o director en transición (interim manager, en la dominante denominación anglosajona). Se trata de un profesional de alto nivel que se incorpora por un breve plazo de tiempo a la dirección general de una firma o se pone al frente de un área concreta para solucionar una situación crítica.
Jordi Bastida, de 61 años, acumulaba una larga experiencia profesional y directiva iniciada en 1974. Corría 2006 cuando se enteró de que en el Colegio de Ingenieros de Cataluña se celebraba una charla sobre la profesión de director en transición. Le sonó bien y allí se plantó. "Me di cuenta", rememora, "de que un trabajo así me permitiría ampliar mi conocimiento sobre el mundo de la empresa y seguir aprendiendo nuevas implantaciones y áreas de trabajo". Decidió dar el salto y dejar su estabilidad como director de proyectos de tecnologías de la información y telecomunicaciones (TIC). Se convirtió en free-lance, se dio de alta como autónomo y desde entonces ejerce como interim manager de empresa en empresa, siempre por cortos periodos y con la misión de sacarlas de sus dificultades.
Son profesionales de 52 años, 20 de experiencia y capacidad de decidir
Su caso es prototípico de los rasgos que debe cumplir un ejecutivo interino, entre ellos ser un profesional senior, con amplia trayectoria y conocimiento del mundo de los negocios. Según los datos que ha reunido ICSA Recursos Humanos, precursora en España en la colocación de interim managers (empezó en 2004), el perfil de estos directivos a plazo indica una edad media de 52 años y más de dos décadas de experiencia en alta gestión. Son hombres en el 96% de los casos y proceden sobre todo de la dirección general (34%) y la dirección de producción (22%). En menor medida, de la dirección comercial o de marketing (14%), la financiera (13%), la informática (11%) y la de recursos humanos (7%). Por sectores, la mayoría (59%) trabajaba en la industria, en servicios (14%) y en banca y seguros (9%). Los porcentajes salen de la base de datos de ICSA, con más de 200 interim managers en activo o en reserva.
Francia, Alemania, Holanda o el Reino Unido nos llevan décadas de ventaja en la implantación de esta figura profesional. En este último país son más de 10.000 los directores interinos censados. En España es más difícil precisar cifras, por la juventud que presenta esta ocupación, pero los expertos reflejan un considerable auge en los últimos años. Según Juan de Peñaranda, máximo responsable de la marca Michael Page Interim, otra de las firmas que más han hecho en España para potenciar esta figura, en su base de datos constan más de 7.000 personas "válidas y potentes" que ejercen o están en disposición de ejercer como director en transición.
¿Qué empuja a contratarlos? Según Francesc González, socio responsable de Interim Management en ICSA Recursos Humanos, la recesión propicia que algunas firmas "se vean obligadas a reorganizar su deuda, a fusionarse o a desinvertir y adaptar su tamaño a las necesidades reales del mercado, adecuando costes y estructuras". Para que estos procesos se lleven a cabo de forma realista, dice, "se requieren dictámenes técnicos y tomas de decisión que desde dentro son difíciles". Y aquí entra la opción de contratar a un director de transición.
"A veces", indica De Peñaranda, "es mejor que las decisiones las tome alguien objetivo, una persona que haga una evaluación real, por ejemplo en la reorganización del negocio, sin estar condicionado por los vínculos emocionales que se dan entre propiedad y empleados". No obstante, subraya con énfasis el directivo de Michael Page Interim (marca lanzada en 2007), "debe quedar claro que estos ejecutivos no son mercenarios para reestructuraciones", puesto que su campo de actuación va mucho más allá del marco de una coyuntura económica en crisis. "Un director interino puede ser útil en cualquier circunstancia", dado que siempre se darán situaciones en las que una empresa afronta cambios imprevistos e incertidumbres, desde la enfermedad inesperada de un directivo hasta la retirada de un socio, pasando por los inevitables relevos generacionales. "A diferencia de las consultoras, un interim manager se implica, no dice lo que habría que hacer, sino que lo hace", remarca González.
Con todo, la crisis muestra, con paradójica crudeza, su doble faz. Para afrontar cambios decisivos se requieren más que nunca directores interinos. Pero la falta de liquidez y el desconocimiento de esta figura paralizan su contratación. "Es un sector que no está siendo aprovechado, sobre todo por las pymes, debido a que se piensa, equivocadamente, que son profesionales caros", dice González. Además, "aún cuesta mucho que para la alta gestión se contrate a una figura interina".
De silicona para el hogar a Afganistán
Los motivos por los que estos profesionales deciden cambiar su estatus son variados. Mayor conciliación entre vida personal y laboral es uno de los principales, pues es un puesto de trabajo que se ejerce por periodos determinados de tiempo (por ejemplo, cinco meses, como le ocurrió hace dos años a Jordi Bastida, cuando se incorporó a la firma de artículos de silicona para el hogar
Lékué) o bien a tiempo parcial, ocupando media jornada o tres días a la semana, un caso habitual entre interim managers.
"En el caso de Lékué", apunta Bastida, "distribuía para grandes empresas y quería hacerlo también para pequeñas tiendas; su problema era que la tramitación de los encargos se alargaba mucho y debían acortar los tiempos de entrega, lo que implicaba un mejor control de los stocks y de la logística de reparto". El resultado de su estancia en la compañía fue que las entregas en España pasaron de una media de ocho días a 24 horas y los pedidos suministrados en plazo subieron del 50% al 95%. "Actúas como si fueras de la empresa y rindes cuentas a la dirección cada semana o cada 15 días", subraya.
Según Juan de Peñaranda, ingeniería, recursos humanos y finanzas son las áreas de negocio que más demandan en estos momentos directores en transición. Entre los casos llamativos, Michael Page envió el 22 de septiembre a un ingeniero a Afganistán para dirigir un proyecto de construcción de un campamento para las tropas españolas allí desplazadas. Trabaja para una empresa subcontratada por el Ministerio de Defensa.
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