"El mallorquín es futbolísticamente negativo"
Hoy Gregorio Manzano (Bailén, Jaén; 1956) regresa al Bernabéu (19.00, Canal + Liga y GolTV) al frente del equipo revelación de la Liga. Después de sufrir una anarquía institucional el pasado verano, y tras la venta de varios jugadores fundamentales, el Mallorca se ha metido en puestos de Liga de Campeones. Hoy visita a un Madrid que recupera a Guti y Kaká.
Pregunta. Ha cumplido 324 partidos en la Liga. Es el entrenador de Primera con contrato vigente que acumula más victorias: 122. Sin embargo, nunca fue jugador profesional como sus colegas. ¿Lo más difícil de su carrera fue el primer paso?
Respuesta. Me dieron una plaza de profesor de instituto en un pueblo de Jaén, en Santisteban del Puerto. Al año siguiente, en el equipo del pueblo buscaron entrenador. Y se enteraron de que el profesor que había llegado a dar clases de educación física era entrenador. Así empecé, en 1983.
"Estamos por encima de las posibilidades deportivas, económicas y sociales del equipo"
"Hoy los jóvenes lo tienen todo. No hemos dado suficiente cultura a esta generación"
P. En España hay un debate sobre el acoso de los jóvenes a profesores y padres. ¿Hoy los adolescentes necesitan más rigor?
R. La única preocupación de la juventud en la posguerra era comer. En los 90 entramos en la etapa del consumismo. Hoy nuestra juventud lo tiene todo a su alcance para satisfacer su nivel de ocio. Y los que perciben que no lo tienen todo se rebelan. No nos hemos preocupado de darle a esta generación la suficiente cultura.
P. Hace una semana, al acabar la jornada en la que dejó al Mallorca cuarto, en la conferencia de prensa le acusaron de ser un entrenador aburrido que espanta a la gente de Son Moix.
R. Hace cinco años el Mallorca jugó la Champions. Jugó contra el Arsenal un miércoles y en Son Moix había 11.000 personas. ¡Ni siendo líderes llevaríamos más de 14.000! Futbolísticamente hablando, Mallorca no es una sociedad positiva. Palma es una ciudad donde se vive muy cómodo. Y la gente, cuando hay un partido a las cinco de la tarde está comiéndose todavía la paella. Si se juega por la noche hace mucho frío y se está más cómodo viendo la televisión. Si se juega a las siete, hay mucha humedad. El propio mallorquín debería mirarse su ombligo y pensar por qué sólo van 12.000 espectadores al campo, y no pensar que el entrenador no es ambicioso. Creo que en las temporadas que llevo aquí hemos estado por encima de las posibilidades deportivas, sociales y económicas del equipo. El año pasado jugamos la primera ronda de Copa con el Málaga y vinieron 3.000 personas. Contra el Almería vinieron 5.000. Y jugamos la semifinal con el Barcelona y vinieron 10.000. ¡Y esto considerando que hay 14.000 socios y la Copa es gratis para ellos! ¡No vinieron ni los socios! ¿Y qué preguntaron en la rueda de prensa? "Oiga, ¿y por qué tiró Martí el penalti?". En vez de interpretar que el Mallorca estuvo a punto de eliminar al todopoderoso Barcelona, se dedicaron a cuestionar por qué el entrenador no mandó a tirar el penalti a otro. Así es el carácter mallorquín. Y así es la cultura del ocio en casa que está vaciando los estadios en España.
P. ¿Cuándo escucha que le llaman psicólogo o hipnotizador, se siente ofendido o halagado?
R. Ni lo uno ni lo otro. Los entrenadores somos gestores de recursos humanos. Los jugadores tienen sueños, alegrías y temores que el entrenador tiene que encauzar en una dirección.
P. Cuentan los jugadores del Valladolid que en el descanso de un partido contra el Barça usted les mandó que se acostaran con las piernas en alto y los tuvo en silencio diez minutos. Y antes de salir al campo les dijo: "El Barcelona os va a meter un gol en los próximos cinco minutos y no vais a poder hacer nada para evitarlo". Salieron a jugar y el Barça les metió un gol. Pero después remontaron. ¿Lo recuerda?
R. Puede ser... Son sensaciones. Ves a tu grupo, al rival, las circunstancias, y ves lo que puede pasar. Y normalmente sucede lo que ves. El año pasado David Navarro me decía: "Míster, no hable. No lo diga, que va a pasar".
P. ¿Qué les dirá a sus jugadores antes de saltar al Bernabéu?
R. El año pasado les dije varias cosas individualmente avisándoles de lo que iba a pasar y al final se rebelaron. Hablé con Jurado, que regresaba por primera vez al Bernabéu, con Moyá, con Arango, con Aduriz... Porque los jugadores en estos partidos intentan brillar por sí solos, sin pensar en los compañeros, y al final hacen partidos estrepitosamente malos. Así que les lancé un mensaje bastante pesimista. A Arango le comenté que toda Venezuela iba a estar pendiente de él y que por intentar hacer la jugada para la foto perfecta iba a defraudar a sus seguidores. Recuerdo que a Moyá le dije que haría la cagada de la jornada intentando lucirse con una palomita. A Aduriz le dije que haría la chilena soñada pero que mandaría el balón a la grada.... Con esto pretendía que hicieran exactamente lo contrario. Quería que jugaran fácil, bien, sin intentar lucir individualmente. Ganamos 1-3.
P. ¿Qué le pareció el Madrid en Pamplona?
R. Que le falló el juego asociativo. Osasuna lo presionó y el Madrid sufrió el campo chico. En el Bernabéu será distinto. No podemos ir a estar cerrados. Tenemos que trabajar colectivamente en defensa y ataque. Lo peor que nos puede pasar es partirnos porque este Madrid tiene jugadores rápidos y desequilibrantes. Malo sería que nos hagan el uno contra uno.
P. ¿Cómo ha compensado la marcha de todos sus enganches?
R. Cléber, Arango y Jurado se asociaban y temporizaban, y al equipo le daba tiempo a juntarse. Ahora el juego no es tan asociativo. No hay tanto talento. Nuestro punto de apoyo está más atrás y jugamos al contragolpe. Nos movemos mejor al espacio. Aprovechamos mejor la potencia de Aduriz y la de Chori Castro. Y manejamos los tiempos con la técnica y la experiencia de Valero y Martí.
P. ¿Cuál es el secreto del éxito de este equipo?
R. La bondad y la profesionalidad de sus jugadores. Tener cuatro presidentes en un año, estar meses sin cobrar... En otros casos esto degrada a los vestuarios. Pero a nosotros nos ha dado fuerza.
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