La princesa de la patata frita
El chocolate y las 'friet' son una debilidad de los belgas que adquiere su máxima expresión en Brujas.
Hay ciudades para vivir en ellas y otras para visitarlas. Brujas es para lo segundo. Y lo primero que conviene saber cuando se visita es que es una capital turística en serio. Equiparable con Venecia y hasta con Lourdes. No se sabe qué tiene que atrae a multitud de españoles. Y aunque por momentos parezca de bricolaje, es tan manejable que parece portátil, y siempre la salva su inclinación por la belleza.
08.30 Wagner al piano
Para disfrutar de la ciudad monumental, madrugar es requisito inevitable, porque a primera hora su cara medieval se revaloriza. La inconfundible arquitectura flamenca estalla ante la mirada del viajero mientras los comerciantes pasan el paño al escaparate y avanzan las primeras bicicletas. Steenstraat abajo se llega a un Markt - A insólito que hay que disfrutar porque en dos horas no se podrá caminar por él. A su derecha se encuentra el Belfort - B (campanario), que tiene una altura de ¡83 metros!, al que se puede subir, y el Hallen (3) (antiguo mercado cubierto), ambos sometidos a diversas reconstrucciones desde 1240 y referentes de la ciudad.
Enfrente, el Provincial Hof - D (Palacio de Gobierno), edificio neogótico de fachada blanca y resplandeciente. A su alrededor se enfatiza el escorzo de las fachadas góticas, cuyas plantas bajas son todas comercios. Allí la colección de salones de té es interminable y hay para todos los gustos: Medici (Geldmuntstraat, 9), sorbetiere muy moderna; Verdi (Vlamingstraat, 5), un tea room refinado y culto; Prestige (Vlamingstraat, 12-14), selecto, ideal para cuando la abuela se empeña en pagar, o Café au Lait (Noordzandstraat, 28), más minimal. Si se desea chocolate, hay que entrar como sea en Dumon (5) (Eiermarkt, 6). El "como sea" no es casual, Dumon es un pequeño comercio con minipuerta en el que parece que no se vaya a caber. También está Rombaux (6) (Mallebergplaats, 13), antigua Lutherie, donde se puede comprar un piano o, si no cuadra, escuchar una audición de Wagner en silencio y constatar que viajar es terapéutico. Lástima que en estas calles esté de moda la música ambiental.
12.00 De museos 'frikis'
Si hay algo que haga alucinar a los belgas es el chocolate y las patatas fritas, productos estrella de la nación y algo que va más allá de lo político y lo filosófico. La obsesión llevada al extremo son las choco frites, un cono de patatas fritas de chocolate. Blanco, por supuesto. Chocolatinas con forma de una patata recién salida de la freidora. Saben a chocolate, obvio, pero en la mente de más de uno seguro que las sensaciones se mezclan peligrosamente. No es extraño que uno de los museos más visitados de la ciudad sea el Friet Museum (7) (Vlamigstraat, 33). Sí, sí, el de la patata frita. Si hiciéramos una lista de museos especiales, Brujas estaría en el top ten con un museo del chocolate, otro de diamantes y otro de lámparas, Lumina Doméstica (8) (Wijnzakstraat, 2) que "celebra 400.000 años de la lucha del hombre contra la oscuridad bajo el espíritu de la lámpara de Aladino". Ni más ni menos. Sobre las 12.00, los turistas empiezan a inundar el Markt; es momento de acudir a los museos, los serios.
Merece la pena invertir tres euros en el Stadhuis (9) (Burg, 12), en un edificio de 1376, y comprobar el esplendoroso pasado de la burguesía local en la sala gótica, forrada de murales con escenas que han marcado la historia de la ciudad. Tras él, el simpático Mercado de Pescado, y cerca, otros dos museos: el Arenthuis (10) (Dijver, 16), ubicado en un coqueto edificio del siglo XVIII, que expone la obra del pintor anglo-belga Frank Brangwyn (1867-1956), y el Groeningemuseum (11) (Dijver, 12), cuya colección permanente incluye desde pintura flamenca hasta expresionismo. Atención al jardín que los separa, espacio de reposo y naturaleza, un rincón idílico de la ciudad.
14.00 El 'diner' de Tom
Encontrar hueco en el canal de Rozenhoedkaai (12) para hacer la foto de rigor, acercarse hasta la iglesia gótica de Notre Dame (13) y levantar la vista a sus 122 metros o prestar atención a las fachadas de la Lonja (14) (siglo XV) y la antigua aduana en Jan Van Eyckplein (plaza dedicada al pintor de El matrimonio Arnolfini, que murió en Brujas en 1441) no impide que pensemos en restaurarnos. Para alejarse del tópico hay que investigar. Lo bueno es que nada queda lejos. Se puede gozar en el simpático y creativo Tom's Diner (West-Gistelhof, 23), en De Stoepa (Oostmeers, 124) o en el Bistro Refter (Molenmeers, 2). Si usted prefiere deleitarse sin moderación, tirando la casa por la ventana, puede reservar en De Karmeliet (15) (Langstraat, 19), con tres estrellas Michelin.
16.00 Bares de índole turbia
Para conocer Brujas en profundidad es imprescindible rastrear su lado alternativo. O recorrer Langstraat - P, una calle que encarna la capacidad de la ciudad para adaptarse a las nuevas tendencias. Revitaliza la mirada del viajero y huye de lo común. Calle de anticuarios, vestuario vintage y second hand, peculiares comercios y bares de índole turbia. No hay que perderse Dag & Zonne (en el número 3); por momentos, más que un anticuario parece un abigarrado trastero. De Kobbe (en el 12) es un buen lugar para rebuscar ropa, y Bambino (70), una de las jugueterías más exuberantes, así como De Bierboom (73), colmado especializado en cervezas de la región donde se puede escoger entre unas 85 variedades. Y ya que hablamos de cerveza, no hay que perderse De Muppets (94). A juzgar por la clientela que se agolpa en la barra, es un bar de asiduos acostumbrados a beber en familia.
19.00 Mobiliario victoriano
Tampoco conviene descuidar la calle Ezelstraat - Q. A la izquierda del Markt. Avenida radiante, somete al viajero a un ejercicio de complacencia. Entre los pintorescos comercios destaca la peluquería exclusiva para niños Xantippe (Ezelstraat, 30), o el anticuario lleno de mobiliario victoriano Richard & Sharon Franklin (Ezelstraat, 16). El restaurante De Bottelier (18) (Saint Jakobsstraat, 63), decorado con multitud de relojes, está a dos pasos y es una opción si aprieta el hambre. Aunque el divertido Cookies (De Garre, 2) es una competencia muy seria.
22.00 Cóctel entre amigos
La fiesta está asegurada en L'aMaRaL (19) (Kuipersstraat, 10), paraíso del tecno y el house; en The Top (Sint Salvatorskerkhof, 5) y en The Vintage (Westmeers, 13). Aunque siempre conviene tomar la primera en el Bar des Amis (20) (Eiermarkt, 19); ambiente cosmopolita y buena música apoyan una lista de cócteles ante la que no es fácil decidirse.
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