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Columna
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El vértigo tecnosocial

Llegó un momento en que entendimos que el mundo cambiaría: cualquier ciudadano podría conectarse desde su hogar o desde su puesto de trabajo a una vasta red de información general. Y nos quedamos cortos. La red se ha convertido en algo vivo, ingente, interactivo, y la conexión empieza a ser viable desde cualquier sitio, en cualquier momento, a partir de una creciente variedad de dispositivos móviles. Para bien o para mal, la "sociedad de la información" es una "sociedad hiperconectada", donde los contornos de la vida profesional y la vida personal, de la vida pública y la vida privada, se entremezclan y se desdibujan. Jamás el background histórico y social ha dado tanto vértigo como en esta era dominada por las tecnologías de la información y la comunicación.

La última edición del informe titulado La sociedad de la información en España, que la Fundación Telefónica publica desde hace sólo diez años, constata cambios impresionantes. En un horizonte de "conectividad ubicua" y de digitalización de nuestras actividades cotidianas, señala fenómenos que empujan hacia el futuro como la realidad aumentada; la web en tiempo real; las redes sociales; los lectores electrónicos, y su correlato de digitalización masiva de libros; la expansión de la banda ancha móvil; las interfaces intuitivas, o los nuevos modelos de negocio en Internet, que revolvemos desde los periódicos en busca de un porvenir, con una sorda aprensión instalada en las redacciones y las rotativas. Aventura también el informe una "mayor transparencia de las personas y las organizaciones". Pero eso tendrá sentido, me digo, cuando podamos serenarnos y deje de soplar el huracán de la "transformación tecnosocial".

La denomina así Manuel Castells, el sociólogo que se atrevió a esbozar en una famosa trilogía los perfiles de un mundo que emergía, en el cambio de milenio, marcado por el concepto de la sociedad red. Ahora actualiza sus hipótesis en un reciente ensayo de título redondo, Comunicación y poder, donde lanza la idea de la "autocomunicación de masas". No es la suya, en el fondo, una orientación nueva. Se trata de explorar los efectos del cambio tecnológico en las transformaciones sociales. "Resulta esencial", escribe, "hacer hincapié en el papel fundamental de la tecnología dentro del proceso de transformación social, especialmente cuando consideramos la principal tecnología de nuestro tiempo, la tecnología de la comunicación, que se relaciona con la esencia de la especificidad de la especie humana: la comunicación consciente y significativa. Gracias a las tecnologías de información y comunicación disponibles, la sociedad red puede desplegarse plenamente, trascendiendo los límites históricos de la redes como forma de organización e interacción social".

Consulto estadísticas. El gigante chino no para de crecer, también en la industria tecnológica, pero es en Estados Unidos donde reside aún el poder de la innovación. Con su blackberry y su empatía comunicacional, Barack Obama es el epítome de nuestro tiempo.

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