El futuro negro de Fertiberia

La decisión de la Audiencia Nacional de limitar el vertido de fosfoyesos de la empresa Fertiberia, situada en el Polo Químico de Huelva, hasta el 31 de diciembre de 2010, ha causado un impacto notable entre las partes -compañía, Junta y sindicatos- que habían negociado un plan paulatino de despidos hasta el año 2012.

Los trabajadores se han llevado el peor de los regalos navideños: el paro. De los 350 operarios que trabajan en la fábrica de abonos, sólo 64 tenían previsto salir en las próximas semanas. Así figuraba en la hoja de ruta acordada por las partes y firmada en octubre. El resto iría abandonando la factoría hasta finales de 2012 dejando una plantilla, los más jóvenes, de unos 125 operarios, que se encargarían de las nuevas funciones de la factoría -regeneración de terrenos y producciones alternativas-. La peor parte recae en le grueso de la plantilla, los que no son "jóvenes" pero tampoco se acercan a los 60, la edad mínima de prejubilación.

Manuel Rivero, presidente del comité de empresa, explica que Fertiberia se había comprometido a cubrir los salarios de las personas que tuvieran entre 58 y 60 años. Con el auto judicial del pasado 14 de diciembre, estas personas dejarán la empresa con 56. "La compañía no le pagará tantos años sin trabajar. ¿Y dónde busca empleo una persona de esa edad?", protesta el representante de los trabajadores. Por su parte, Luciano Gómez, presidente de FIA-UGT, critica la resolución judicial. "Con el acuerdo anterior se mantenía parte del empleo y, además, coordinaba todos los intereses industriales, laborales e incluso medioambientales", señala Gómez.

La Junta sigue contemplando como válido el plan global. El portavoz del Gobierno, Manuel Pérez Yruela, declaró el pasado martes que sólo se "anticipa" el trabajo, "de forma que no se altera para nada la hoja de ruta para la solución del problema". Pero esto no le queda claro a las casi 200 personas que se plantean a qué se dedican a partir de 2010. Muchos de los operarios llevan más de 20 años en las instalaciones de la avenida Francisco Montenegro. Roberto Ibáñez, director de Fertiberia en Huelva, prefiere no afrontar, de momento, cómo podrá adelantar dos años la salida de los trabajadores. Tampoco se plantea cómo costear con los 10 millones acordados en el plan global este revés judicial. "Se hizo un planteamiento para tres años y, de repente, es para uno", se quejaba el director. Aún tiene esperanzas, sin embargo, en que prospere el recurso que su empresa interpondrá en los próximos días.

En octubre, tras la firma de la hoja de ruta, Ibáñez manifestó su intención de alargar la actividad industrial más allá de 2012, sin los controvertidos fosfoyesos. "Pretendemos que no haya despidos. Procuraremos hacer una solución que no sea traumática y que permita dejar una parte de la actividad en Huelva", declaró entonces. Ahora hay que determinar quiénes salen primero, cómo se sigue con la actividad y de qué fondos económicos se dispone.

La lucha por mantener el empleo ha sido constante en Fertiberia. En mayo, la empresa anunció un expediente de regulación de empleo temporal por seis meses para 274 de los 350 que la firma tiene contratados en Huelva. El comité no lo aceptó al no incluir garantías de futuro para los trabajadores.

Fertiberia, propiedad del grupo Villar Mir, ha sido golpeada por la crisis económica, como muchas de las factorías del polo químico. La fábrica, además, ha sido denunciada muchas veces por contaminación medioambiental debido a la generación de fosfoyesos en la producción de ácido fosfórico. El fosfoyeso es un subproducto procedente de la roca fosfórica cuando es atacada con ácido sulfúrico. Los datos del CSIC indican que la empresa acumula más de 70 millones de toneladas de fosfoyesos en 1.200 hectáreas de terreno, muy cerca de Huelva capital.

Para la empresa de productos químicos FMC Foret, que genera un 20% del vertido de fosfoyesos y utiliza los mismos conductos que Fertiberia, el futuro tampoco se ve claro. Tampoco para Atlantic Cooper, dependiente igualmente de Fertiberia. "Será una reacción en cadena, iremos cayendo todos. Temo que la empresa prefiera marcharse que afrontar todos estos gastos", se lamenta Manuel Rivero. "¿Y qué haremos entonces? El único arma que nos queda es movilizarnos", manifestó el representante de los trabajadores.