Una fuerza fuera de lo normal
Si una cosa tengo clara es que si Michael Schumacher ha decidido aceptar la propuesta de Ross Brawn es porque se siente capaz de volver a pilotar con sus facultades físicas y técnicas al máximo nivel. Algo que me enseñó durante el tiempo que trabajé con él es que no es una persona de ésas que deja las cosas a medias. En ese aspecto, si ha decidido volver es que está convencido de que está a punto. Cuando Felipe Massa tuvo el accidente en Hungría y comenzó a especularse con la posibilidad de que fuera él quien se pusiera al volante del Ferrari, entonces no estaba preparado. Ahora está seguro de que sí, se ve capaz de volver a ser campeón, después de unos años de retiro, como en su día hicieron Niki Lauda y Alain Prost. Es evidente que no lo hace por dinero sino porque le gusta correr, porque lleva un tiempo fuera y echa en falta todo lo que rodea los grandes premios. No es de los que buscan el reclamo mediático, ni tampoco hay que tomarse el anuncio de ayer como un "voy a probar a ver cómo me encuentro". Es evidente que los años pasan y que no es posible que ahora tenga la misma resistencia física de hace 15 años. Pero seguro que se ha hecho todas las pruebas necesarias y más, para asegurarse de que podrá estar al nivel que requiere el campeonato sin que las manifestaciones del paso de los años le penalicen en exceso.
Si hay algo que destaca en Michael es su capacidad de trabajo. Cuando estuvimos juntos, me alucinaban su potencia y cómo se preparaba, su fuerza física y también mental. Es algo fuera de lo normal. Se batió con Ayrton Senna, que seguramente tenía más capacidad técnica que él, pero no tanto espíritu de sacrificio. Tengo una imagen grabada en la mente que me impactó mucho. Estábamos en Brasil y acabábamos de disputar uno de esos grandes premios agobiantes, con mucho calor. A Senna lo tuvieron que sacar del coche conpinzas, mientras que Schumi estaba como si se hubiera tomado un café. A partir de esa capacidad para prepararse y del evidente talento que tiene, las victorias le fueron fortaleciendo hasta convertirle en casi imbatible. Y, además, otro de sus puntos fuertes radica en que también sabe perder. La última prueba que disputó, en Brasil, hace tres años, es una muestra de cómo es Schumacher. Tenía el título perdido ante Alonso y, a pesar de ello, protagonizó una de sus mejores carreras, con una renontada espectacular, circulando encendido hasta que cruzó la meta el cuarto.
Ha pasado tiempo y ahora Michael llega a Mercedes, el entorno en el que nació desde el punto de vista competitivo (se formó en el Júnior Team), y allí se va a encontrar con el mejor equipo -siempre se dice eso del campeón-, con el mejor estratega (Ross Brawn), el hombre que le ha acompañado en todos sus triunfos, y con el mejor motor de la parrilla (Mercedes). La repercusión que tendrá la sociedad entre Schumacher y Mercedes será tremenda, sobre todo en Alemania, y sólo está por ver cómo se lo tomarán los aficionados de Ferrari. Esperemos que no le ocurra lo mismo que a Luis Figo, cuando dejó el Barça y fichó por el Madrid. De cualquier forma, lo que sí es evidente es que Fernando Alonso correrá más tranquilo en Ferrari sin la alargada sombra de Schumacher merodeando por La Scuderia. Será interesante ver frente a frente al hombre que convirtió a Ferrari en leyenda y al que debería sustituirle como faro, como guía, hacia la reconquista del título. La que nos espera.
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