Contradicciones y paradojas
Paradojas del calentamiento global, mientras los mandatarios de la ONU discutían en Copenhague sobre cómo atajar el cambio climático sin despeinarse ni despedirse de sus malos hábitos contaminantes, las temperaturas en la península Ibérica caían en picado y una ola de frío siberiano congelaba in situ a las vendedoras de lotería.
En un colegio madrileño desconcertado, un profesor aterido calificaba los trabajos de sus alumnos sobre el tema ¿Para qué sirve la ONU? y aprobaba consecuentemente a los que habían dejado la página en blanco. En Copenhague, el compadreo de EE UU, India, China, Brasil y Suráfrica, países emergentes, ninguneaba a la UE y asfixiaba a los países sumergidos de lo que llaman Tercer Mundo los que se alinean en el primero. En una encuesta callejera de un canal de televisión, una provecta dama no dudaba en culpabilizar a Rodríguez Zapatero y a los suyos de todos los reveses climáticos.
"Si esto es el calentamiento global, ya verán cuando venga el enfriamiento", sentenciaba un parroquiano
Unos días después y en la misma línea de argumentación, la dirección del PP atacaba al Gobierno por la mala gestión de las nieves y de los hielos del último temporal. Aguirre y Gallardón, se ponían por fin de acuerdo en algo, aunque fuera para desautorizar a las autoridades de su propio partido, y se desmarcaban de las acusaciones para no caer en una contradicción más: la mayor parte de los problemas causados por el temporal en las carreteras se habían producido en vías cuyas competencias correspondían a autonomías gobernadas por el PP.
Paradojas y contradicciones navideñas. El Gobierno socialista, después de la mano de hostias mediáticas que le cayó encima cuando trató de suprimir los crucifijos de las aulas, aún no se ha decidido a prohibir los villancicos, pero este año se cantan menos y con menos entusiasmo. Navidades blancas de hielo. "Si esto es el calentamiento global, ya verán cuando venga el enfriamiento", sentenciaba un parroquiano en la barra del bar, segundos antes había pedido dos cafés, uno para cada mano por aquello del calentamiento local. Hoy no funciona la catalítica y algunos clientes tratan de leer el periódico con guantes. En la cercana Gran Vía, un mendigo poeta que versifica a la intemperie y a las puertas de una gran librería, increpaba a los que hacían cola para comprar décimos de Doña Manolita y preferían los números a los versos. Ya dijo Bécquer que la mejor oda es la que se escribe al dorso de un billete de banco: "Desgraciaos, este año no os va a tocar ni un euro", rugía el vate mendicante a la vista de su exigua colecta.
Lejos de las coyunturas climáticas y de las alharacas navideñas, el lector enguantado desiste de su quimérica tarea, abandona el diario, desmadejado y maltrecho, sobre el mostrador y trata de descongelar el ambiente con una calurosa diatriba contra el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán, patrono de patronos, al que le acaban de embargar hasta los alerones de su compañía aérea. "Se supone -dice el de los guantes- que el presidente de los empresarios debería ser un empresario modelo y no un moroso recalcitrante y un tramposo consuetudinario que le debe dinero a todo el mundo y trampea con los créditos de Caja Madrid, empresa a la que representa en el Consejo". "Eso no ocurría -interviene otro ponente- con el anterior presidente, entre otras cosas porque a José María Cuevas nunca se le conoció empresa alguna y así no hay manera de pillarse los dedos".
No hay polémica, los contertulios, o están de acuerdo con lo expuesto o es que el tema no les importa nada. Un viento gélido acompaña la entrada de un parroquiano exultante. "A ver esa puerta", gruñe la clientela y el recién llegado se excusa y balbucea que está dispuesto a invitar a la parroquia, no a una, sino a seis copas, una por cada título cosechado este año por su equipo y una espuela a la salud de Messi, el mejor futbolista del mundo. La propuesta es aceptada por unanimidad y sin resabios por parte de madridistas y atléticos. Hay consenso. Como rezonga en su rincón un veterano forofo merengue, últimamente se ha multiplicado en Madrid la afición "culé", en este barrio, en pleno centro de la capital, ya forman mayoría y son más cada vez, más jóvenes y más entusiastas.
Aprovechando que el Manzanares, helado, pasa por Madrid y de Madrid, el caballero enguantado que detesta el fútbol y odia los toros, trata de enlazar la pasión barcelonística de los madrileños con un artículo reciente de EL PAÍS en el que se habla de Madrid, como "territorio ideológico" en el que se concentran los enemigos del catalanismo. Cuestión traída por los pelos que no rompe la eufórica camaradería balompédica ni interrumpe los brindis subvencionados.
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