Caballo loco
Cuando se me ha pasado la risa tras leer la escalofriante descripción que en su artículo, Jaque a los antitaurinos, hace Eugenio Suárez del entrenamiento de los caballos de carreras (encerrados según él por los desalmados preparadores en un cubículo donde apenas pueden moverse y enloquecen, sin más alivio que la compañía de un perrito o un mono... ¡uf!) me ha entrado un poco de tristeza: probablemente muchos de quienes se oponen a la lidia tienen conocimientos igualmente erróneos y disparatados de la vida del toro bravo.
A golpe de ignorancia no se puede proteger a los animales... Ni a los humanos.
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