Tensión competitiva en Abu Dabi
El Barcelona se concentra en su estreno contra el Atlante sin pensar en la final
El Barça entra hoy en juego en el Mundial de Clubes con un partido presumiblemente sencillo contra el Atlante, de México. Los dos equipos sólo se parecen en el color azulgrana de la camiseta y el dibujo táctico, ya que el entrenador mexicano José Guadalupe Cruz es un fiel seguidor de Ricardo La Volpe, técnico muy del agrado de Pep Guardiola. Los pronósticos sitúan al campeón de Europa muy por encima del representante de la Concacaf, obligado por la organización a vestir una zamarra azul turquesa que evoca el mar Caribe cuando los clubes habían acordado decidir el uniforme por sorteo.
Al Atlante no se le tiene muy en cuenta. Sólo le acompañan tres seguidores, uno por cada título ganado, y un periodista de la cadena que transmitirá el partido por televisión para su país. Aunque fue un equipo muy popular desde su fundación, en 1916, ha perdido arraigo y su extravío le ha llevado a tener su sede en Cancún. Hasta hace un mes los jugadores no tenían un vestuario para cambiarse y se entrenaban en un vivero de césped para campos de golf, señal de su precariedad. A cambio, son jóvenes y juegan bien y con una propuesta demasiado refinada para quienes les suponen excesivamente cándidos.
"Me parece un plantel interesante y con una buena columna vertebral", resumió Rafa Márquez, central mexicano del Barça, que conoce bien al portero y al delantero centro internacional, que se llama también Rafa Márquez; "no será fácil". Los mejores elogios para el Atlante han salido de la boca de sus rivales. Guardiola nunca menospreció a un adversario ni dejó de dar importancia a un partido, aunque fuera amistoso. "La final no existe si no te impones en la semifinal", proclamó el técnico barcelonista; "el derecho a disputarla se gana en el campo. Lo demás, todo lo que se diga, es una cosa vacía".
A Guardiola no le conviene discutir ahora sobre la disposición del Barça para completar un año excelso ganando los seis títulos en juego, incluido por vez primera el Mundial de Clubes. "Me interesa más descifrar futbolísticamente cómo podemos batir al Atlante", insistió, "porque sería un error no centrarnos en el juego". Así que, simplemente, ha recordado a los futbolistas que, si tienen tanta "hambre" por ganar el torneo -así lo expresó Márquez-, "puede que no lleguen a la final" si antes no preparan el duelo de hoy. El equipo, en cualquier caso, parece tan metido que hasta Messi se entrena en la playa para llegar a tiempo en su recuperación.
No hay excusas. Ni sobre la aclimatación -"hoy, los jugadores ya están mejor y mañana estarán muy bien"- ni tampoco sobre la condición de favoritos: "¿Hay algún partido en el que el Barça no sea el gran favorito?", preguntó Guardiola, quien no duda de sus futbolistas; "hay que convivir con ello por mucho que, a veces, nos pueda parecer que sería mejor no tener que hacerlo". La complejidad del torneo y el recuerdo de las dos finales perdidas, en 1992 y 2006, obliga al Barça a tensionarse desde el inicio.
Márquez recordó cómo en 2006 el equipo de Frank Rijkaard preparó tan bien la semifinal contra el América que tras la goleada (4-0) dio por ganada la final ante el Internacional de Porto Alegre. A Guardiola le escuece, en cambio, la derrota que sufrió en 1992 el cuadro de Johan Cruyff a partido único contra el São Paulo: "A todos, incluso al mister, nos pasó una vez que no supimos ganar el trofeo". La terapia comenzó ayer mismo en una reunión del entrenador con la plantilla. No está Guardiola para bromas, y menos si se le pregunta si Pedro podría tirar un penalti para que alcanzara el récord de haber marcado en los seis torneos jugados.
Escarmentado el Barça, se impone la máxima seriedad por más que el rival, el Atlante, y el escenario, Abu Dabi, no inviten a reparar en un exigente partido. Ni siquiera el hoy rimbombante nombre del torneo, Mundial de Clubes, fomenta la competitividad.
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