La cena de los errores
Un día le pregunté a Soraya Saénz de Santamaría quién era su adversario favorito en el Congreso. Dijo entonces que Rubalcaba era el Ronaldinho del hemiciclo. Al ministro del Interior le gustaría ahora mucho más ser el Cristiano Ronaldo de la dialéctica parlamentaria.
Si ahora se le hiciera esa pregunta a la jefa parlamentaria del PP seguramente diría cualquier otro nombre, porque al adversario ni agua. Los valores de Rubalcaba, sin embargo, siguen estando ahí, los reconozca o no la oposición. El otro día Cristiano, que es de su equipo, se revolvió desde el suelo, se levantó casi sin transición, agarró la pelota y disparó a dar. Un gol imbatible, en medio de las mayores tarascadas del partido.
Así es Rubalcaba: le dan, pero se levanta y no tarda ni un segundo en tirar a gol. En esto del parlamentarismo declarativo, el PP puso a calentar en la banda a su propio Ronaldinho. Es Esteban González Pons; su formación está trufada de muchas lecturas poéticas, empezando por las que le proporciona su pasión por Pablo Neruda. Neruda era un coleccionista de mascarones y de metáforas. Un día dijo que el mar le había traído la mesa donde escribía, y ahora hay multitudes en Isla Negra tratando de ver si de nuevo viene otra mesa nadando por el Pacífico.
González Pons estuvo hibernado hasta hace un rato, supongo que porque el tsunami del caso Gürtel le aconsejó echarse a tierra hasta que escampara. Como ahora ha escampado, ahí lo tenemos de nuevo, tirando de metáfora. El miércoles último le dio liña a la cometa, como decíamos los niños canarios, a cuenta de lo que él cree que son los sucesivos errores del Gobierno. Los enumeró: el asunto descargas de Internet, el asunto Haidar, el asunto Mauritania, el asunto... Pidió la dimisión de la ministra de Cultura, por haber hecho lo que quizá él mismo hubiera hecho si estuviera sentado en el mismo sitio, y se hizo cruces sobre los errores de Moratinos por haber hecho lo que quizá hubieran hecho Ana Palacio, Piqué y hasta Colin Powell o Solana si hubieran estado en el trance en que ahora está el más cordobés de los ministros...
Pero, en fin, él está en su papel, y dispara como sabe, a base de metáforas. De todas las que usó el miércoles me quedé con ésta: "Los errores vienen esta noche a cenar a la casa del Gobierno". Los errores cenando, buena metáfora. Neruda tiene una metáfora estupenda al final de su Oda a las cosas rotas: "Las cosas que nadie rompe pero se rompieron". Los que criticamos a los otros siempre debemos estar dispuestos a que también se rompan nuestras propias metáforas. Seguro que él estaría pensando también en qué momento los errores van a cenar a la casa desde la que él construye sus metáforas.
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