Lo que pinta un cineasta
Fernando Colomo muestra sus cuadros, fruto de 40 años de "pasión secreta"
Él dice que tiene esta tercera amante desde hace ya más de 40 años. Pero le ha dedicado sus momentos de ocio y de relax, sus momentos más íntimos, sus veranos, sus vacaciones... Y ha mantenido esta pasión en secreto, casi oculta. La faceta de pintor de Fernando Colomo (Navalcarnero, 1946) es prácticamente desconocida. Básicamente la conoce aquel que tiene un cuadro suyo colgando de las paredes de su casa, es decir, sus familiares y amigos.
Hay que retroceder 40 años en la vida del director de Bajarse al moro y de ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste? para encontrar algún rastro de aquella amante que ha resistido el paso de los años y ha convivido con otras mucho más posesivas. Fue entonces, en 1969, cuando, (le guste o no) ya convertido en representante cinematográfico de la comedia madrileña de la movida, Colomo mostró parte de su obra pictórica en una exposición individual en la Caja de Ahorros de Ronda de Málaga.
"Busco momentos especiales, instantes en los que entra en juego la luz"
"Vendí tres cuadros", recuerda con sorpresa. "Los momentos en los que pinto suelen ser de los más felices de mi vida, son periodos de relajo en los que necesito hacerlo, es casi como una terapia", confiesa mientras desempaqueta las 18 obras que compondrán esta segunda y nueva exposición que se inaugura hoy en la Galería Kreisler.
Y, a medida que va rasgando ese papel marrón que envuelve los lienzos, Colomo nos descubre su intimidad, nos enseña esos ratos con su amante secreta. Ras: esa playa mediterránea en la que tantas veces se ha bañado con los suyos, y en la que tantas veces les ha observado. Ras: ese sofá de su casa mientras ella lee el periódico. Ras: el rincón del teléfono, siempre a punto de sonar o de no hacerlo...
"Busco momentos especiales, tomo apuntes, antes llevaba siempre una Polaroid, trato de que sean instantes en los que entra en juego la luz y ensalza los volúmenes...", cuenta.
Su título de arquitecto puede estar en los orígenes de esta "afición", que es como él lo considera, más allá de que se metiera un año (de 1991 a 1992) en el estudio de la artista madrileña Carmela Santamaría (que también expuso en la Kreisler este año) y de que participe "con cierto éxito" en el certamen de pintura rápida que se celebra anualmente en el parque del Retiro.
"Siempre se me dio bien el dibujo, siempre he dibujado; de hecho, primero quería ser pintor y luego director de cine, pero mi padre me buscó una novia y me metió en la arquitectura", cuenta. "Carmela me enseñó a pintar al óleo, a manchar, prefiero pintar con trazo gordo para no amanerarme demasiado", asegura. Y dice que cuando pinta busca sus referencias en Sorolla y en Edward Hopper, unos de sus preferidos.
Dice Juanjo Millás, que tiene un cuadro del realizador en su casa y que firma el prólogo de esta exposición que lleva el nombre del artista a secas, que "la pintura de Colomo debería figurar en todas las historias de la sombra", precisamente por su luminosidad. Ahora juzgarán los críticos.
Fernando Colomo. Galería Kreisler. Hermosilla, 6.
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