Un arriesgado paso a nivel

El 25 de abril de 2007, Jesús Martínez Senín, de 54 años, su hijo Roberto Martínez, de 28 y José García Bejo, de 47, se dirigían a sus casas para almorzar en un Renault Laguna que conducía este último. Ellos y otros coches formaban una cola, esperando su turno para atravesar la vía. Ya habían cruzado el paso a nivel los dos primeros vehículos cuando el Laguna adelantó a un tractor al que se le había apagado el motor. De repente, el tren los arrolló, desplazando el coche, convertido en chatarra, más de medio kilómetro. Los tres ocupantes murieron en el acto. El tractor esquivó el convoy milagrosamente.

La reacción de los vecinos de Valga no se hizo esperar. Llevaban varios días advirtiendo de anomalías en el funcionamiento de las barreras que subían y bajaban a destiempo. El vecindario se movilizó durante una semana para impedir que los trenes siguieran circulando y para exigir a la Administración el cierre de este paso a nivel, el más conflictivo de los cuatro que tenía este municipio y que ya había sido escenario de otro accidente mortal.

La entonces ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, se desplazó hasta esta pequeña localidad para visitar a las familias de las víctimas, ante las que se comprometió a dar una solución, suprimiendo las barreras en este punto y garantizando la seguridad en otros 14 más entre Pontevedra y A Coruña. Dos semanas antes del siniestro, el alcalde de Valga había enviado a la ministra una carta advirtiéndole de las deficiencias del sistema. El regidor solicitaba, una vez más, que Fomento se planteara un proyecto de soluciones que estaba redactado desde 1999 y que nunca se ejecutó.