Un festival 'horizontal'
El Primavera Club arranca con artistas y grupos poco conocidos
Este año Primavera Club cumple su cuarta edición. Es el hermano pequeño del Primavera Sound, un festival al aire libre que se celebra en Barcelona en mayo. Pero este certamen que comienza hoy y se prolonga hasta el domingo tiene sus propias reglas.
Por segunda vez consecutiva se realiza simultáneamente en dos capitales: Madrid y Barcelona. Es indoor, en salas cerradas, como corresponde a las fechas en las que estamos, y es un festival comisariado, es decir, sigue una idea concreta. Todos los participantes, más de 50 entre grupos y dj's, encajan en un criterio. Sin ninguna banda de la que te preguntes qué demonios pintan aquí. "Siempre hay pautas para elegir a los grupos: que nos gusten, que sean nuevos, preferiblemente con un solo disco y que no hayan tocado antes en la ciudad.
A primera vista puede parecer un festival indie, pero es muy abierto. Hay desde electrónica a folk, pasando por rock y pop", dice Abel Suárez, portavoz de la organización.
Pero, sobre todo, es un festival horizontal, un concepto relativamente nuevo por estos pagos. Hasta ahora lo habitual eran los certámenes verticales. La idea es sencilla, se coge un artista famoso, se le coloca en lo más alto del cartel en letra grande, en el mejor escenario, a la mejor hora y a partir de ahí se escalonan los nombres según su popularidad de arriba abajo.
Por el contrario, en el festival horizontal no hay estrellas claras y los horarios y salas son casi intercambiables. "Es así. Es un festival de invierno. No hacen falta cabezas de cartel. Se trata de descubrir cosas. Va dirigido a un público curioso, que más que sentirse atraído por nombres populares quiere investigar propuestas menos conocidas. Por eso decidimos unificar los tamaños en vez de buscar una sala grande y el resto menores. Eso te obliga a buscar más recintos", explica Suárez.
En Madrid, el festival se celebra en siete salas, distribuidas por el centro. De la sala Caracol en Embajadores a Galileo Galilei en Cea Bermúdez, con un claro predominio de los alrededores de Sol y Gran Vía. Ahí están Wurlitzer Ballroom, Nasti, Círculo de Bellas Artes y Joy Eslava. Hoy, además, se une Florida Park, en el Retiro, donde, a partir de las ocho de la tarde, actúan la cantautora folk de Boston Marissa Nadler, que presenta su nuevo disco Little hells, y dos de los nombres más conocidos: Little Joy, el grupo que Fabrizio Moretti, batería de Strokes, formó con Rodrigo Amarante, miembro de la banda brasileña Los Hermanos; y el excéntrico artista estadounidense de origen venezolano Devendra Banhart, que viene acompañado por su nuevo grupo The Grogs, con los que ha grabado su primer disco para una multinacional What will we be, publicado hace apenas un mes.
El riesgo que se corre es la concentración del público en un único lugar. Apenas se han puesto a la venta entradas; la mayoría son abonos para los cinco días a 50 euros. "Precisamente por ser un festival sin cabezas de cartel confiamos en que no sea así. Además, los grupos más grandes repiten otro día", cuenta Suárez, que desvela sus favoritos: "Para mí entre lo más interesante está So Cow, un chaval irlandés entre el pop y el punk; Neon Indian, que cuando les contratamos eran desconocidos y ahora con su primer disco están en todas partes; y Kid Congo, que ha estado en todos los grupos interesantes de los últimos 20 años, y que ha editado un álbum nuevo que está muy bien".
![El grupo The Ladybug Transistor actúa hoy en Nasti a las 19.30.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ZZZ7RFAOTHY4GYYTUDUDIZH4S4.jpg?auth=12462c89d5e0ecbeef9eb4f6ea50731c9e74ca5978f7f743606b8b3f90e894ac&width=414)
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