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Columna
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Proyectos y realidades

La decisión de Sonia Castedo de ceder a la Universidad de Alicante un generoso espacio en la antigua Fábrica de Tabacos tendrá un efecto positivo sobre la ciudad. También lo tendrá, naturalmente, para la propia universidad. Los siete mil metros cuadrados que ofrece el Ayuntamiento, le permitirán disponer de una sede universitaria en pleno centro de la población, en un edificio de notable valor histórico. Es probable -así se ha dicho- que se instale aquí la Universidad Permanente de Adultos, que cada día registra una mayor actividad. Hay una población mayor, muy activa, deseosa de actualizar sus conocimientos o de acceder a ciertos estudios que en su momento no tuvo la oportunidad de cursar, a la que se debe atender.

También se ha hablado de ubicar un centro de negocios, ligado al parque científico de la universidad. La opción parece conveniente; incluso diría que resulta imprescindible si se pretende que el parque tenga éxito el día de mañana. El alejamiento del campus del casco urbano es una de las razones por las que Alicante no se ha convertido en una ciudad universitaria. Aunque el transporte y los accesos han mejorado en los últimos años, la universidad aún se encuentra demasiado distanciada de la ciudad. Esto es un inconveniente para la fluidez que requieren las relaciones comerciales. Un centro de negocios en el corazón de Alicante contribuiría a resolver el problema o, cuanto menos, allanaría el camino.

La instalación de una sede universitaria en la Fábrica de Tabacos tendrá indudables repercusiones sobre el urbanismo de Alicante. En una ciudad tan descuidada en este aspecto, cualquier cosa que se haga con sentido común está llamada a tener un gran efecto. Nada mejor para revitalizar una trama urbana que colocar en ella un edificio público. Si se acierta con el uso y los contenidos son los adecuados, estas construcciones generan un flujo incesante de personas con un efecto inmediato sobre su alrededor.

De concluirse los diferentes planes previstos para la Fábrica de Tabacos, estaríamos ante uno de los proyectos más importantes realizados en Alicante en mucho tiempo. La presencia del auditorio de Campoamor en las proximidades puede formar un nuevo eje cultural en la ciudad, y ya sabemos la importancia económica que tiene la cultura hoy en día.

Al ceder el espacio de la Fábrica de Tabacos a la Universidad de Alicante, Sonia Castedo vuelve a mostrar su perspicacia. Esta mujer -ya lo he dicho alguna vez, y los socialistas se han molestado, al parecer, por ello- es una opción de futuro con la que deberemos contar. Tiene iniciativa, formación, y atrevimiento, y sagacidad para adoptar decisiones que impacten en la opinión pública. Ahora mismo, acaba de declarar a una televisión local que no piensa permitir al Consell que instale un barracón más en los colegios de la ciudad (!). Sin embargo, el punto débil de Castedo es la perseverancia. Toda su firmeza a la hora de anunciar un propósito que le asegure un titular en la prensa, desaparece en el trabajo diario. Una vez anunciado el tema y obtenido el efecto mediático que perseguía, Castedo se desentiende de él. Es lo que ha sucedido con el empeño de embellecer Alicante con flores o con las obras de la Biblioteca Pública Provincial. Un año después de anunciar que modificaría el Plan Especial del Casco Antiguo para que pudiera reformarse el edificio, no hemos avanzado un milímetro. La pasividad de Castedo puede hacer que Alicante pierda una inversión millonaria y un equipamiento cultural de primera magnitud.

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