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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Un secuestro sin fama alguna

JR. T. son las iniciales de un hombre desesperado. Este electricista, vecino de Medina de Pomar (Burgos), quemó el pasado martes sus naves por culpa de un incendio anterior. Los daños de los locales y viviendas colindantes con las suyas, atacados por las llamas, se saldaron con la obligación por su parte de afrontar unas indemnizaciones que no podía pagar y que provocaron el embargo de sus cuentas.

Ésa fue la causa del arrebato de J. R. Empuñó una navaja, entró en la céntrica sucursal de Caja Círculo de la capital burgalesa y secuestró a una empleada durante cinco horas, lo que lo convirtió instantáneamente en el protagonista de un lance de película.

La policía puso en marcha un espectacular despliegue en los alrededores y a medida que aumentaba la tensión del secuestro crecía el revuelo y la expectación. Los agentes especiales (GEO) desenfundaban sus pistolas, y los periodistas, sus cámaras.

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Se han visto tantas películas con el mismo argumento que es fácil adivinar la impotencia que pudo apoderarse de J. R. durante aquel loco secuestro. La entidad financiera no podía resolver su problema y él, víctima de su propio delito, estaba ahora tan atrapado como la mujer que retenía. ¿Qué hacer? Quizá las cámaras del exterior le sirvieron de inspiración: viéndose del todo perdido, el ingenuo electricista exigió su entrada para, al menos, poder contar al mundo su historia.

La policía vio el cielo abierto. Tres de sus agentes se hicieron pasar por reporteros y se colaron en el banco, reduciendo en pocos minutos al atolondrado secuestrador y liberando sana y salva a su víctima. J. R. salió esposado y ha quedado preso.

Quizá ahora en la soledad de su celda se tire de los pelos por lo que hizo, pero también por lo que no consiguió, en unos tiempos en los que cualquiera parece capaz de obtener un minuto de gloria televisivo. Le hubiera bastado ofrecer su drama a un buen reality show para lograrlo sin necesidad de llegar a mayores. Y quién sabe si, jugando sus cartas con un poco de maestría, no hubiera obtenido también una buena paga con la que enjugar sus deudas.

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