H. C. Robbins Landon, musicólogo británico
Se le consideraba uno de los mayores especialistas en Haydn
Todo en H. C. Robbins Landon tenía proporciones fuera de lo común. Su corpulenta dimensión física, su apasionado amor por Europa, sus colosales estudios sobre Haydn, sus voluminosos ensayos musicales sobre el clasicismo vienés e incluso su particular manera de refutar tópicos escribiendo magníficos ensayos sobre Mozart para divulgar "la verdad sobre el compositor" frente a la bana-lización de su vida proyectada por el filme de Filos Forman Amadeus. El 20 de noviembre murió a los 83 años en su bello castillo del XVIII de Foncoussières, en Rabastens, cerca de Toulouse (Francia), donde vivía desde hacía más de una década después de haberse instalado en Viena y la Toscana.
Políglota, bon vivant y trabajador infatigable, Howard Chardler Robbins Landon nació el 6 de marzo de 1926 en Boston, Estados Unidos. Estudió piano, teoría de la música, composición y literatura inglesa en el Swarthmore College, en Pensilvania, pero en su propósito de dedicarse a la interpretación musical se cruzó la cruda realidad: no poseía el talento suficiente para ser mínimamente alguien en el mundo del piano. Su profesor le aconsejó que, si quería realmente dedicarse a la música, lo que debía hacer era consagrarse a Haydn, porque no existía ninguna edición completa de las obras de este compositor.
Quiso reafirmar la verdad sobre Mozart frente a la versión del filme 'Amadeus'
El destino de Robbins Landon quedó así fijado. Se puso manos a la obra y, cuando en 1947 el Ejército de Estados Unidos le llamó a filas para cumplir los dos años de servicio militar, les convenció de que le mandaran a Viena, lo que le permitió no sólo conocer la vida musical de la ciudad, sino también acceder a las fuentes originales de su investigación. De regresó a Boston en 1949 creó la Haydn Society y prosiguió sus investigaciones sobre el compositor ayudado por la que fue su primera esposa, la clavicembalista Christa Fuhrmann, quien falleció en 1977 en un accidente de aviación.
Pero, además de Haydn, lo que contribuyó definitivamente a cambiar su vida fue la herencia que le legó un rico tío suyo y que le permitió cumplir su sueño de vivir en Europa. En el Viejo Continente, este vigoroso bostoniano de vivaz mirada se sumergió a fondo en la obra de Haydn, rescatando del olvido sus partituras. En 1955 editó sus 107 sinfonías y divulgó sus misas y óperas. Culminó su labor con la edición de un magno estudio en cinco volúmenes sobre la obra completa y la vida de Haydn publicado entre 1976 y 1980.
A partir de ese momento se consagró a Mozart, que hasta entonces había sido sólo un hobby para él. No le faltó estímulo. La exitosa obra teatral de Peter Shaffer Amadeus (1979), llevada al cine en 1984 por Milos Forman con no menos fama, le empujó a emprender una cruzada para reafirmar al mundo la verdad de ese Mozart infantiloide que mostraba el filme y que no hacía más que abundar en los tópicos abonados por las biografías existentes del salzburgués.
La publicación en 1988 del ensayo 1791, el último año de Mozart, se convirtió, para sorpresa de todo el mundo, en un éxito de ventas literario pese a su condición de ensayo musicológico, y catapul-tó a Robbins Landon a una dimensión ajena a la de un investigador musical. Los medios de comunicación no dudaron en ordenarlo el nuevo sacerdote de la verdad mozartiana, en plena celebración del bicentenario del compositor. Tras diversos volúmenes sobre el salzburgués, publicados a lo largo de la década de los ochenta y principios de los noventa, Robbins Landon retrocedió en el tiempo hasta el barroco y publicó un ensayo sobre Vivaldi.
A lo largo de su vida compaginó sus trabajos de investigación sobre Haydn, Mozart y el clasicismo musical vienés con su labor como crítico musical para diversas publicaciones de Estados Unidos y la docencia en universidades americanas y británicas.
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