Ibra rompe el maleficio

Llegó a tiempo para el clásico, aunque fuera para jugar 40 minutos, y lo decidió. Casillas había resoplado al perder de vista a Eto'o y resulta que se encontró de bruces con Ibrahimovic. "Ha leído el movimiento entre líneas perfectamente y el remate era imparable", reconoció el portero del Madrid, que, por muy buena imagen que diera su equipo, resumió perfectamente el sentir del madridismo al final del encuentro. "Me voy de aquí con cara de tonto", explicó. "El partido ha sido difícil. Es mi primer gol y estoy muy contento también porque me he encontrado muy bien", dijo el sueco.

Si alguien le echó en cara alguna vez que no aparecía en los grandes partidos, Ibrahimovic destrozó la teoría y el partido. Acompañó la contra y buscó el centro de Alves llegando a la espalda de Piqué, que salió de excursión y arrastró a los centrales al primer palo. El remate no era fácil, pero le pegó con la izquierda, de volea. Casillas ni la vio.

Pep Guardiola le guardó de entrada, protegiéndole de una posible recaída de la lesión en los isquiotibiales que le impidió enfrentarse al Inter. Entonces, vio la victoria sentado todo el partido a la espalda del técnico. Ayer le tocó poner su firma al triunfo. Lleva nueve goles y el de anoche permitió al Barça recuperar el liderato. Más allá del gol, Ibra aportó bastante más que instinto en el área.

A Ibrahimovic no le dio tiempo de gritar su gol cuando el árbitro expulsó a Busquets. Así que tuvo que ponerse las pilas y seguir el ejemplo de Messi, que, después de seis goles en seis partidos contra el Madrid, no vio puerta. No tuvo ocasiones, pero el argentino aportó mucho barriendo el frente de ataque de derecha a izquierda, abriendo el campo al encarar a los laterales por fuera o por dentro. Como se las vio con todos, Arbeloa y Lass vieron la tarjeta al intentar frenarlo. Ninguna de las faltas que recibió el sueco mereció una amonestación del árbitro.

El devenir del partido obligó a Ibrahimovic a ponerse al servicio del equipo. Le mandó Guardiola caer a la banda derecha, por donde tapó cuanto pudo la salida del lateral, y también se le vio dentro de su propia área, cubriendo el palo corto cuando el Madrid buscó el empate en los saques de esquina.

Jugando con diez, el Barça, antes de buscar la puntilla, tuvo que preocuparse de mantener la ventaja y correr detrás de los jugadores blancos. Tan generoso estuvo Ibra en el trabajo defensivo que una acción suya, recuperando el balón, casi termina en un gol de Messi, pero Casillas acertó como lo hizo Valdés en la primera parte.

Al final, lo que cuenta es el gol. Así que para la historia, el de ayer será siempre el de Ibrahimovic, que supo lo que es ganar al Madrid. "No había imaginado nunca algo así", reconoció al mismo tiempo que se confesaba "feliz" y no sólo por el gol. "No he notado molestias", dijo al término del encuentro.

"Hemos demostrado que somos un equipo muy fuerte y que es muy fácil jugar cuando la tocan Xavi e Iniesta. El gol no es mío, sino de Alves, que me ha dado un gran pase", aseguró el delantero, que difícilmente olvidará su primer clásico.