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Columna
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¿Anécdota o categoría?

Hace unas semanas el presidente de la Junta de Andalucía, cumpliendo con su obligación, acudió a Londres acompañando a instituciones y empresarios de nuestra comunidad autónoma, a fin de promocionar a Andalucía como destino turístico y poner en valor muchos de los productos y servicios que podemos ofertar. De esa presencia, como es lógico, informaron los diferentes medios de comunicación, información que apareció ilustrada en algunos de ellos con una foto de José Antonio Griñán en el momento de llevarse a la boca una tapa de jamón.

Cuando leí la información y vi la foto, jamás se me pasó por la imaginación que un acto de esta naturaleza podía ser objeto de crítica de ningún tipo y mucho menos que pudiera convertirse en el centro de la crítica del principal partido de la oposición. Pero me equivoqué. Javier Arenas nunca dejará de sorprendernos, ya que, en su opinión, el presidente de la Junta no solamente no estaba cumpliendo con su obligación, sino que además estaba poniendo de manifiesto su falta de sensibilidad por estar en Londres comiendo jamón, en lugar de estar en alguno de los comedores sociales de Caritas o de alguna de las otras instituciones benéficas en los que se está dando de comer a aquellas personas que carecen de medios.

En España hemos pasado por crisis económicas en ocasiones anteriores. Y ésta, siendo mala, no es la peor; incluso limitándonos a los últimos decenios, es decir, partiendo de la Transición. Como recordaba recientemente Jordi Pujol en una entrevista en el programa de TVE, Informe semanal, cuando él llegó a la presidencia de la Generalitat en 1980, estábamos en medio de una crisis enorme, con el agravante, decía él, de que aquella era la crisis de un país pobre, mientras que la de ahora es la crisis de un país rico, es decir, es la misma crisis que están padeciendo todos los demás países de la Unión Europea; además de Estados Unidos y Japón. Cualquier español que viviera las crisis sucesivas por las que pasó el país desde la muerte de Franco hasta pasada la mitad de los ochenta, seguro que lo recuerda. Por no hablar de la de 1993-1995, en la que la tasa de paro llegó a superar el 23% y con una población activa mucho menor y con una cobertura de los desempleados muy inferior.

Pues bien, jamás en todos esos momentos de crisis a ningún dirigente de ningún partido, ni siquiera de los extraparlamentarios de extrema izquierda, como PCE-ML, ORT, AC, PT, o de extrema derecha, como los diversos partidos de extracción falangista, se le ocurrió formular una crítica en términos parecidos a la que ha formulado el presidente del PP de Andalucía al presidente de la Junta por su presencia en una feria de turismo en un centro tan importante para el presente y el futuro del sector como es Londres.

Este tipo de crítica supone una degradación de la crítica política hasta extremos que no habíamos vivido desde la recuperación de la democracia. Y realmente no me habría detenido en ella, si no fuera porque la reacción de Javier Arenas ante el Acuerdo de Concertación Social entre la Junta, la patronal y los sindicatos ha sido prácticamente de la misma naturaleza.

Lo que está haciendo el PP no es crítica política, sino embarrar el campo para que no se pueda jugar el partido. ¿Cabe discusión política de algún tipo cuando de la presencia en una feria internacional del presidente de la Junta de Andalucía para la promoción del turismo se dice lo que ha dicho Javier Arenas? ¿Cabe discusión cuando lo único que se hace respecto de un acuerdo de concertación en un momento de crisis es calificarlo de "papel mojado"?

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