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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Arda Mandikian, una soprano contra la dictadura

La cantante griega de origen armenio debutó con Maria Callas

Mucho antes de que la voz de Arda Mandikian callara para siempre el pasado 8 de noviembre en Atenas, a los 85 años, ya había sido silenciada por alzarse en contra de la dictadura griega de los coroneles, en los años sesenta del siglo XX. De no haber sido por el ostracismo que siguió a ese gesto, la carrera internacional de esta soprano habría podido cobrar más relieve, el que parecía corresponder a una cantante con un repertorio vastísimo (más de 2.000 años de historia vocal: de la música griega arcaica y los cantos bizantinos a las obras de Benjamin Britten) y una experiencia forjada en teatros como la Ópera de París y el Covent Garden de Londres.

Pero Mandikian, nacida en 1924 en Esmirna (actual Izmir, en Turquía) de padres supervivientes del genocidio armenio, al elegir no callarse asumió también no cantar más en público en protesta por la represión de la junta militar (1967-1974). Lo hizo voluntariamente, truncando así su carrera y congelando para la posteridad el pálido reflejo en sepia de la soprano adolescente, morena y con perfecto perfil de estatua griega, que debutó a los 15 años con el Mira, o Norma, de la Norma de Bellini, cantado a dúo con otra insigne griega, Maria Callas. Cuando la Junta de los coroneles cayó, Mandikian no volvió a subirse a un escenario.

Se formó en el conservatorio de la capital griega con la maestra de canto española Elvira de Hidalgo, profesora también de la Callas. Su interés por la música de la antigua Grecia la llevó a Inglaterra para conocer al musicólogo Egon Wellesz, el mejor experto en esta materia. Un recital de aficionados en Oxford le abrió las puertas de la ópera profesional y debutó en 1950 como Dido de Los Troyanos, de Berlioz.

Tras numerosas representaciones de Berlioz y del Dido y Eneas de Purcell, conoció a Benjamin Britten, que la transformó en el espíritu de Miss Jessel en su ópera de cámara Otra vuelta de tuerca, basada en la obra de Henry James. Fue el momento culminante de su carrera: Britten admitió que había escrito el papel para ella, por sus características vocales y dramáticas.

Callada por denunciar

Recorrió importantes escenarios de Europa y regresó a Atenas en los sesenta para cuidar de su madre enferma. Su denuncia pública de la Junta, y el temor a no volver si salía del país para cantar, la acallaron definitivamente. De 1974 a 1980 trabajó en la gestión en la Ópera Nacional Griega, mientras su recuerdo se esfumaba. Pero los sellos discográficos no la han olvidado, y dos maravillosas reliquias discográficas permiten disfrutar de su voz en sendas grabaciones de los cincuenta: las de los papeles de Purcell y Britten que la consagraron.

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