Un tenista extremo
Verdasco, mezcla de golpes brillantes y fallos clamorosos, pierde ante Del Potro y queda virtualmente eliminado de la Copa de Maestros
A Fernando Verdasco le asesora un asesino. Su nombre es Darren Killer Cahill. Esto es lo que vieron ayer sus codiciados ojos, que rechazaron sin pestañear la oferta de entrenar a Roger Federer. Primero, se agitan por decenas las banderas de España, toros bravos sobre la rojigualda. Luego, gritan voces infantiles porque es el día de los niños en la Copa de Maestros mientras roncas voces argentinas animan a Juan Martín del Potro. Para cuando suenan los Rolling Stones -"But it's all right now", retumba Jumpin' Jack Flash-, todo parece aún posible: Verdasco ha salvado dos puntos de partido, ha roto el saque a Del Potro cuando éste servía por el triunfo y está ya en el desempate, aunque sobre una sola pierna. Golpea el madrileño, tieso como un palo, dolido de las rodillas. Enseña los dientes tras dañarse una uña. Y entrecierra los ojos Cahill porque su pupilo, tan brillante en la remontada como acelerado en la muerte súbita, sólo se anota un punto en ella: 4-6, 6-3 y 6-7 (1-7). ¿Qué le falta contra los grandes tenistas?
"Es decepcionante remontar y no jugar bien el desempate", reconoce el español
"Debe organizar más eficazmente su juego", resume Cahill, su entrenador
"Para Fernando, 2009 ha sido simplemente un año de aprendizaje", resume el técnico de Verdasco, necesitado de una triple carambola para entrar en las semifinales: que Roger Federer venciera anoche a Andy Murray e imponerse al británico en la última jornada y que el suizo haga lo mismo con el argentino. "Todo empieza por creer en sí mismo en los grandes momentos y sólo puede arreglar eso poniéndose en la posición de jugarlos contra los mejores. Está mejorando mucho en ello", continúa; "para estar entre los cinco mejores debes ganarte el puesto. Eso no le llega a uno fácilmente. Fernando se ha establecido entre los diez de arriba y espero que en 2010 dé el siguiente paso. Sólo tiene 25 años. Llegará. Sólo debe seguir creyendo".
Los miembros del equipo de Verdasco sienten "miedo" la noche antes del partido. Miedo de la fiera que en la mesa se ha comido ya una lasaña y una pizza. Miedo de ese tenista que no se ha entrenado sobre la pista, tan doloridas tiene las rodillas, y que incluso remata los platos del resto de los comensales. Miedo de que a la mañana siguiente la pétrea tripa se haya convertido en panza.
Ayer, sin embargo, Verdasco apareció con sus zapatillas arrojando destellos brillantes y protagonizó un tenis ofensivo: 34 golpes ganadores y 38 errores no forzados por 25 y 28 de Del Potro. La estadística resume cómo se las gasta. A hierro mata y con hierro muere. Hasta contra los mejores son sus aciertos y sus fallos los que deciden hacia dónde va el partido.
"Jugar bien no es suficiente para ganar a estos tipos", analiza Verdasco. "En los momentos importantes no puedes cometer errores. Es decepcionante remontar y no jugar bien el tie break. Me he tragado bolas de derecha... No sé qué me falta. Si lo supiese, lo haría", cierra. "Verdasco necesita jugar consistentemente al más alto de los niveles", argumenta Federer; "ahora debe llegar alto, lo que no es fácil. Está haciendo un buen trabajo esperando su oportunidad".
La frontera del español en 2009 ha quedado claramente definida: acumula dos victorias y 13 derrotas contra los restantes diez mejores, a quienes casi siempre arrolló por lo menos en una manga.
"Pienso", matiza Cahill, que destaca lo variado de su arsenal, lo difícil que es elegir el arma adecuada entre tantos misiles, "que todo su juego ha mejorado de forma estable en los últimos 18 meses. Está aprendiendo a jugar los puntos mejor. Ahora necesita aprender a ser más efectivo, a usar mejor sus fortalezas. En general, es una cuestión de organizar más eficazmente su juego. Creo que ha demostrado en los últimos meses que puede aprender. Por eso, aprenderá".
La jornada de hoy
(La 2 y Teledeporte): Djokovic-Soderling (15.15) y Nadal-Davydenko (21.45).
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