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Columna
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Soy líder, yo tampoco

El hecho de que cientos de miles de andaluces no tengan trabajo relativiza bastante la importancia de que José Antonio Griñán deba o no tener dos, el de presidente de la Junta y el de secretario general del PSOE de Andalucía. Alguno de sus muchísimos asesores le debería advertir de esta circunstancia, no vaya a ser que en las próximas elecciones los ciudadanos planteen un ERE a la bancada socialista en el Parlamento regional y tenga que despedirse, el PSOE, de la mayoría absoluta y, Griñán, de sus dos puestos de trabajo.

Aunque admito que a los periodistas nos entretienen mucho estas cosas, a los ciudadanos les importa un bledo quién es el líder del PSOE en Andalucía. Eso, en todo caso, será un problema de los socialistas. A los ciudadanos, sin embargo, sí les importa que el presidente de la comunidad autónoma se distraiga con los dimes y diretes que pululan en su partido en torno a su liderazgo. Y, sobre todo, que esa distracción afecte a su acción de gobierno, ya que la persistente crisis económica y sus demoledores efectos sobre el paro están erosionando como nunca el débil tejido productivo de esta comunidad.

Griñán, como buen conocedor de la economía, debería saber distinguir entre lo urgente y lo necesario. Y en estos momentos, lo urgente es atajar el paro. Y lo necesario, explicar cómo y luego escenificarlo. Por ejemplo, explicando cuáles son las 350 medidas que recoge el nuevo acuerdo de concertación que firman hoy el Gobierno andaluz y los agentes sociales y económicos, ya que se destina a ello 19.000 millones de euros, que no es ninguna tontería. De paso, podría explicar también los efectos que han tenido los seis acuerdos de concertación que han precedido a éste y que han movilizado la friolera de 100.000 millones de euros en ayudas públicas. Cabe pensar que esa inyección de dinero y todos esos cursos de formación habrán dado como resultado mejores empresas andaluzas, trabajadores más cualificados y más puestos de trabajo.

Mientras siga gobernando, Griñán está en su derecho de reunirse en sus horas libres con quien le apetezca. Por ejemplo, con los ocho secretarios provinciales del PSOE. Y debatir con ellos sobre la Santísima Dualidad. Si son dos -los cargos- que se resumen en uno. O si es uno -el poder- que se divide en dos. O también, si son ocho las agrupaciones del PSOE en Andalucía que se resumen en un secretario general. O es una secretaria general que se divide en dos, unas agrupaciones que están con uno y otras que están con otro. De momento, los ochos secretarios provinciales han confirmado el santísimo "liderazgo social" de Griñán, y su "condición de máxima autoridad política del proyecto socialista andaluz, hoy y para el futuro". Pero queda en el aire la dualidad del liderazgo. Si es uno y dúo.

Mucho antes de descubrirse la ley de la gravedad, Aristóteles sostuvo la curiosa teoría de que todas las cosas tenían su lugar natural, una especie de hogar perdido y al que retornaban en cuanto les era posible. Decía que el hogar de una piedra es el suelo, como el del humo es el cielo. Para el hombre, sin embargo, no tenía un domicilio claramente establecido. Consideraba que el ser humano era tan complejo que su hogar natural era cambiante. O sea, unas veces se mostraba con los pies en el suelo y otras como si estuviera en una nube.

Griñán lleva varias semanas sin un lugar natural. Sin domicilio claro. Y se está comportando como el humo, cuya tendencia natural es dirigirse hacia el cielo. Instalarse en una nube. El problema del presidente de la Junta no es de este mundo, de este mundo de la política. De ahí que haya que apelar a Aristóteles para explicar esta crisis. El PSOE tiene un problema metafísico. El de la Santísima Dualidad. Por eso Griñán cuando dice "Soy líder", él mismo se responde afirmando: "Yo tampoco".

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