Victoria rutinaria
El Madrid se acomoda con el gol de Higuaín ante un Racing penoso que no llegó a tirar a puerta
Pasada la tormenta de la Copa, el Bernabéu se reencontró con la extraña monotonía de la Liga. Frente al Racing, el público siguió sin ver a ese equipo deslumbrante con el que soñó este verano. La escasa entidad del visitante hizo poco por activar los estímulos. El Madrid se encontró tan cómodo cediendo el balón como tomando la iniciativa. El resultado fue tan tranquilizador para Pellegrini como aburrido para los espectadores. La gente murmuró. Los hinchas se marcharon a sus casas pensando que el viaje al Camp Nou, en el peor de los casos, animará el programa.
Uno de los problemas principales que deben resolver los equipos que visitan el Bernabéu es dónde situar sus líneas para hacer más daño al Madrid. No se sabe si el Racing salió a instalarse alrededor de su área con una intención táctica, o se apalancó allí sencillamente porque no pudo dar más de tres pases seguidos. Lo cierto es que empezó el partido y frente a Toño se formaron dos líneas bien pegadas. Esto genera en el Madrid más dificultades de las previstas. Sus jugadores desequilibrantes rompen más por velocidad que por destreza. Hay más galgos que regateadores. Frente a defensas cerradas, Kaká, Higuaín, Marcelo, o el propio Benzema, no destacan. Necesitan tocar y moverse mucho para provocar desajustes en los marcajes rivales, y estos movimientos, y estos toques, sólo pueden ser eficaces cuando los jugadores llevan un tiempo ejercitándolos en competición. No es el caso del Madrid, al que le falta un poco de coordinación y, tal vez, un enganche. Esa fue la sensación que dieron sus atacantes en el arranque del partido.
REAL MADRID 1 - RACING 0
Real Madrid: Iker Casillas; Arbeloa, Pepe, Garay, Marcelo; Xabi Alonso; Granero (Diarra, m. 85), Drenthe; Kaká (Van der Vaart, m. 87); Higuaín y Benzema (Raúl, m. 60). No utilizados: Dudek; Albiol, Metzelder y Gago.
Racing: Toño; Pinillos (Henrique, m. 60), Torrejón, Christian, Morris; Colsa, Lacen; Luis García, Munitis, Serrano (Canales, m. 60); y Tchité (Geijo, m. 69). No utilizados: Coltorti; Moratón, Henrique, Diop y Xisco.
Gol: 1-0. M. 21. Toño rechaza un centro de Kaká desde la banda derecha, el balón va a Garay, que la pasa de cabeza a Higuaín para que remate.
Árbitro: Ramírez Domínguez. Amonestó a Morris, Munitis, Xabi Alonso, Garay y Lacen.
Unos 80.000 espectadores en el Bernabéu.
Frente a defensas cerradas, Kaká, Higuaín, Marcelo o Benzema no destacan
El gol tuvo un efecto narcótico frente a un adversario que no supo apretar
Kaká pareció sorprendido ante la presencia de Granero. El canterano, que regresó a la titularidad en la Liga después de un mes, procuró abarcar mucho terreno. Se plantó en el sitio de Lass, junto a Xabi, y desde allí se movió entre líneas, por detrás de los puntas. Sus maniobras desorientaron a Kaká, que tardó un rato en encontrar su sitio. Lo hizo cuando empezó a caer a las bandas. Hasta que Kaká no se subió al tren del partido, el Madrid no encontró el camino. Dominó al Racing, sin embargo, que durante media hora exhibió sus penurias. Durante la última década, el Racing vivió al amparo de Munitis. El jugador del barrio marinero ha sido el símbolo del equipo. Por presencia de ánimo y por presencia física. En los últimos meses, a Munitis le va quedando menos de lo último. El hombre sufre el desgaste de los años. Ya no puede ser tan generoso en los esfuerzos y el equipo no sabe cómo responder a eso.
El Racing está en crisis simplemente porque su capitán envejece. Algo de eso le ha pasado al Madrid en los últimos tiempos. Con Raúl decididamente en la reserva, el equipo está buscando un nuevo patrón de juego. No hay pretemporadas para cumplir con este rito. Debe hacerlo ahora. Las noches como la de ayer invitan a la investigación y el ensayo. Si cada partido supone un desafío, el que propuso el Racing no fue precisamente insalvable. El repliegue inicial, forzado o voluntario, entregó la manija del partido a Xabi Alonso. El vasco se bastó él solo para llevar el peso de la organización de su equipo. El Madrid jugó como Xabi quiso, al menos en 70 metros de campo. El hombre propuso vías por la izquierda, por el medio y por la derecha, pero muchas veces sus compañeros no lo siguieron. Incluso tuvo la ocasión de enviar un balón a la red, pero su tiro, pegándole con el exterior, se fue al palo. El de Xabi fue un dominio un poco frustrante, pero plácido. Cuando recuperó el balón, el Racing sólo amenazó con pases en profundidad a Tchité. La velocidad del punta fue tres veces contrarrestada por Pepe, muy aplicado en todos los cierres. El Racing no llegó a tirar a puerta ni forzó un solo córner.
Con la contribución silenciosa de Arbeloa, que le brincó su apoyo en el lateral derecho, Kaká se animó a desbordar por fuera. Fue después de un centro suyo cuando el Racing recibió el gol. Toño se puso nervioso, rechazó mal, Garay cabeceó el rebote y, con un toque, empujándola, Higuaín convirtió. A lo Raúl.
El gol tuvo un efecto narcótico en el Madrid, que aprovechó la ventaja para reorganizarse y tranquilizarse. Se tranquilizó en exceso. Dio diez pasos atrás, y se acomodó, entregado a la contemplación del adversario. A la velocidad de los atacantes madridistas les conviene el contragolpe y a esto se dedicaron. Resultó desagradable para el público que el Racing no aprovechase un poco más las ventajas que le ofrecía el equipo local. Munitis y sus chicos no tuvieron ni una sola idea capaz de inquietar a Pepe y Garay. Ante la falta de oposición, el duelo se convirtió en un encuentro. Fue el partido más rutinario que se ha jugado en Liga en el Bernabéu esta temporada. Sólo el árbitro, que vio un fuera de juego inexistente, impidió que se agitara la coctelera cuando anuló un gol de Canales.
Pellegrini: "Cuando tenemos ventaja, no paramos"
Casillas no hizo anoche ni una sola parada. Además de no tirar a puerta, el Racing tampoco lanzó un córner en 90 minutos. Curiosamente, el partido que el Madrid más dominó (tuvo el 64,2% de posesión del balón), acabó con el marcador más corto en lo que va de Liga. Para Manuel Pellegrini eso tiene una explicación, que se debe a un comportamiento involuntario. "Quizá nos amparamos demasiado en el marcador inconscientemente, por miedo o por inseguridad. Cuando tenemos ventaja, nuestro juego se interrumpe porque cuidamos el balón más de la cuenta y perdemos agresividad", dijo el técnico chileno. "Eso no significa que nos repleguemos, sino que tenemos más posesión, nos amparamos en el marcador y nos arriesgamos menos en la parte ofensiva", añadió.
Para Granero, más que la inseguridad, al equipo le puede la prisa. "No es miedo, ni mucho menos. Ni exceso de confianza. No jugamos con tranquilidad porque queremos marcar el segundo tanto con demasiada prisa. Eso es lo que nos pasa", comentó el centrocampista, que volvió a ser titular tras casi un mes de ausencia.
Pellegrini, que siempre reivindica su trabajo con cifras, sí se mostró anoche algo más crítico con los altibajos que sufre el Madrid. El público se lo reprochó despidiendo de nuevo al equipo con pitos. "¿Está contento con el fútbol que hace?", le preguntaron. "Lo tenemos que mejorar. Hoy no hemos jugado ni bien ni mal. Esta temporada hemos tenido marcadores mucho más amplios jugando peor. Ha sido un partido correcto, pero sin mucha brillantez", analizó. "Pero las victorias dan seguridad. Más, si vienen después de un parón liguero. Me quedo con eso, con sumar tres puntos más, con la seguridad defensiva que hemos demostrado y con la reacción anímica después del batacazo en la Copa contra el Alcorcón", continuó.
Por si hacía falta poner los puntos sobre las íes, también los puso Pellegrini. "No siempre se puede ganar con muchos goles de diferencia. Hay que saber ganar también con un 1-0", concluyó.
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