Una vida a crédito
El director y actor napolitano Toni Servillo lleva dos años triunfando por el mundo con su adaptación de la Trilogia della villeggiatura de Goldoni, un retrato impecable del desconcierto de la burguesía ociosa y disipada, que se estrena en España
La vuelta al mundo en 130 funciones. Trilogia della villeggiatura (Trilogía del veraneo), de Carlo Goldoni, adaptada y dirigida por Toni Servillo, lleva dos años agotando las entradas de los teatros más prestigiosos del planeta, de Roma a Nueva York, pasando por Milán, Berlín, Bucarest, Moscú, San Petersburgo y Varsovia. Tres horas de diálogos apretados, quince actores en escena, tres comedias en una, Le smanie, Le avventure, Il ritorno (es decir, La agitación, Las aventuras y El regreso): una gran maquinaria teatral orquestada por el director e intérprete, rostro intenso que ha llevado a la gran pantalla la parte sombría del país transalpino, con su Giulio Andreotti en Il Divo, y el traficante de residuos tóxicos en Gomorra. Por fin aterriza en España su último trabajo, una producción conjunta de Teatri Uniti, fundado por Servillo en 1987 en Nápoles, y del Piccolo de Milán, primer teatro público italiano, creado por Giorgio Strehler. La primera etapa será el Festival de Otoño, en Madrid, para seguir de gira por Bilbao, Santander, Pamplona y Girona.
"Mi trilogía es menos melancólica y más cínica que la original y que la de 1954 de Strehler"
"He apostado por un equilibrio de notas ligeras. Me gustaría conseguir una levedad mozartiana"
Es la primera vez que el poliédrico artista napolitano lleva al escenario a Goldoni. Sin embargo, no duda ni un segundo cuando se le pide la clave del éxito de su adaptación, ganadora del Premio Ubu 2008 al mejor espectáculo del año. "Es un drama de una modernidad aplastante", afirma en una entrevista telefónica. Italo Calvino definía un clásico como un texto que nunca deja de contar cosas. El itinerario extranjero del espectáculo, que sigue cosechando aplausos, explica mucho de la representatividad actual y de la potencia expresiva de la trilogía que el dramaturgo veneciano compuso en la segunda mitad del siglo XVIII. La primera pieza del tríptico, Le smanie della villeggiatura, fue representada en 1761 en el teatro San Luca de Venecia. Gustó tanto que Goldoni se animó a escribir dos más, regalando a los personajes un desenlace para sus aventuras y un final de agridulce felicidad.
Lo que resulta es el fresco de una sociedad estúpida, presa de manías y frivolidad. Una mediana burguesía que vive de las rentas, de manera ociosa y disipada, todo gozo y berrinches, que no es previsora respecto al futuro y parece no tener pasado alguno. "Simplemente se agarra a un presente marcado por la bulimia de comprar objetos, respeto y sentimientos. Una vida a crédito. Donde estar importa más que ser", explica Servillo. Los personajes de Goldoni son representados con despiadada lucidez en el momento de salir de su ambiente natural, la ciudad, para cumplir con sus vacuas obligaciones en el campo. "Esta gente se parece a nosotros, proporciona el retrato impecable de un desconcierto general". Paradójicamente, las vacaciones no cambian nada. Al revés, son la quintaesencia de la necesidad espasmódica de aparecer y aparentar.
La trilogía de Goldoni arranca cuando Leonardo tiene que partir para el veraneo, como buen miembro de la burguesía mercantil de Livorno. La obligación social supone una serie de deberes: en la campiña hay que poner una rica mesa, símbolo de despilfarro y abundancia, llevar por lo menos a un zángano a cuestas. "Durante las vacaciones es necesario tener compañía. Todo el mundo procura hospedar a la mayor cantidad de gente posible. Luego se murmura: Fulanito tiene a diez personas, Tal a seis: cuantos más, más consideración", reflexiona Leonardo con su hermana Vittoria. Es preciso jugar y apostar a las cartas, y vestirse a la última moda, sobre todo las mujeres, que tendrán que airear al menos un importante traje nuevo. Toda esta ostentación organizada genera una lista infinita de deudas. Sin embargo, no hay alternativa: "Apriete los gastos en casa en la ciudad. Reduzca la mesa, despida a los servidores, bájeles el sueldo. Vístase con menos lujo, no tire las sobras. Pero las vacaciones hay que organizarlas, y tienen que ser dignas de nosotros, grandiosas", dice Vittoria. "Usted a su regreso tendrá bajo su casa a hordas de acreedores para fastidiarla", advierte con un guiño al público el sirviente, representante de una clase social más laboriosa y prudente.
Leonardo tiene que salir de la ciudad para irse de vacaciones. Tendrá que partir con un noble vecino, el señor Filippo y su hija Giacinta, de la que está enamorado. Lamentablemente Filippo, en un afán de imprudencia, ha invitado a Guglielmo, también enamorado de su elegante hija. El decoro prohíbe que Guglielmo viaje con Giacinta pero tampoco conviene cancelar la invitación. La villeggiatura está a punto de saltar. La única forma de desbloquear la situación es que el enamorado oficial pida la mano de la joven. Giacinta, dura y pragmática, entiende que aceptar la oferta de Leonardo es la única vía para salir de viaje. Y acepta.
En la segunda comedia, los mismos personajes principales están en la mansión de la campiña. El séquito de sirvientes comenta las avventure como un cínico coro de tragedia griega. Entre mil vacuos rituales, desayunos y cenas pantagruélicas, visitas de cortesía, partidas de cartas, Giacinta, que sigue prometida a Leonardo, se enamora de Guglielmo, el cual finge amar a Vittoria y pide su mano. En la última parte, en nombre de un sufrido respeto por las normas sociales, todos acaban siendo infelices. El veraneo ha terminado y la gris rutina de la ciudad está al acecho. Y con ella los acreedores.
Los personajes de Goldoni -y los actores dirigidos por Toni Servillo, que interpreta al simpático y gorrón Fernando- crecen en la escena, maduran a medida que avanza la acción teatral. Como Giacinta. Dice de ella Servillo: "Al principio es una especie de feminista avant la lettre, que rechaza con fuerza los celos de su novio esgrimiendo su derecho a decidir y a gestionar su vida mundana. En el centro de la narración su fuerza se derrite bajo los golpes de un amor forzosamente clandestino hasta conformarse con un matrimonio de conveniencia, consciente de la imposibilidad de ser feliz".
La adaptación de Servillo, que llega 50 años después de la del maestro del teatro italiano Giorgio Strehler, logra transformar la tristeza en una sonrisa, en una sátira indulgente. "Mi trilogía es menos melancólica y más cínica que la original y que la de 1954", precisa el director. "He apostado por un equilibrio de notas ligeras. Me gustaría conseguir una levedad mozartiana. El compositor tenía, como Goldoni, la capacidad de usar la comedia como prisma de la realidad". Servillo es una especie de rey Midas del teatro italiano. Imposible no pensar en su última apreciada aventura, Sabato, domenica e lunedì, del napolitano Eduardo de Filippo, que estuvo en cartel durante cuatro temporadas. Aquella obra hurgaba en un grupo de personas a lo largo de tres días consecutivos como aquí lo hace en tres episodios. "En el centro de la experiencia de ambos escritores está -con dos siglos de distancia- una análoga investigación del hombre medio italiano, con sus fallos y miserias. Encuentro en ellos los mismos ritmos de esperas, desengaños, amarguras derivados de los hábitos burgueses".
Trilogia della villeggiatura (www.piccoloteatro.org/), de Carlo Goldoni. Dirección y adaptación de Toni Servillo. En italiano, con sobretítulos en español. Festival de Otoño. Teatros del Canal. Madrid. Del 25 al 29 de noviembre. www.madrid.org/fo/ 2009/es/. Teatro Arriaga, Bilbao, 2 diciembre. Palacio de Festivales de Santander, 4 de diciembre. Auditorio Palacio Congresos Baluarte de Pamplona, 9 de diciembre. Temporada Alta. Teatre Municipal, Girona, 11 de diciembre. http://www.temporada-alta.net/.
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