Haydn el progresivo
Estamos en el Año Haydn, pues hace doscientos que se murió el compositor que hasta hace bien poco tenía que pasar, para desgracia suya, por la comparación con Mozart, su contemporáneo estricto. Como no competían en el mismo mercado, los dos se admiraban mutuamente y los dos supieron emanciparse del poder que les daba de comer para convertirse en profesionales que vivían de la ley de la oferta y la demanda. Mozart murió pobre y Haydn considerado por todos como el mejor músico de su tiempo. Pero la posteridad le hizo pagar a éste su éxito, lo trivializó poniéndole subtítulos absurdos a sus sinfonías -La gallina, El oso, El reloj- e hizo de él una suerte de satélite de la fama mozartiana. Pero, poco a poco, sin desvestir a un santo para vestir a otro, el tiempo ha ido colocando en su sitio al genio que vivió del poder de los príncipes de Esterházy hasta que el empresario Salomon se lo llevó a Londres sabiendo que los dos ganarían un buen dinero con ese viaje. Pero lo que nos importa ahora de este segundo centenario del autor de La creación es que su figura ha suscitado un magnífico libro escrito en España. Y no es baladí citar la procedencia pues el cosmopolitismo es asunto pendiente de nuestra musicología desde los tiempos de Adolfo Salazar, todavía el maestro indiscutido. Entre nosotros se investiga cada vez más el patrimonio propio, pero nos falta asomarnos al exterior, mostrar por ahí que somos un país que mira también más allá de sus límites. El libro -que ha publicado Alianza- es Joseph Haydn y el cuarteto de cuerda, y su autor el profesor de la Universidad de La Rioja Miguel Ángel Martín. No se preocupe quien no se considere experto sino mero aficionado, pues Martín le llevará por los cuartetos de Haydn -pionero en la forma como en la sinfonía o en la sonata para piano, otro descubrimiento reciente- como en volandas, sin que le ahogue la teoría. Haga la prueba de leerlo mientras escucha, que el texto le sirva como guía de audición nada agobiante sino esclarecedora. No se trata de caminar de la mano sino de ir descubriendo un horizonte de una amplitud y una luminosidad insólitas, de comprobar que en el microcosmos del cuarteto se desarrolla una expresión ambiciosa y total, un mundo que nos llega del dominio de sus intenciones por parte de un músico que logra lo que se propone. Emparedado de ordinario entre Mozart y Beethoven, Haydn se nos revela como un creador inserto en un entorno respecto del cual no puede quedarse atrás, ni como trabajador por cuenta ajena ni como compositor seguro de sí mismo. En ese camino hay una curiosa parada española que Martín trata con esmero y que demuestra cómo a veces nuestra historia -esta vez la de unos cuantos ilustrados- no anduvo tan marcha atrás.
Joseph Haydn y el cuarteto de cuerda. Miguel Ángel Martín. Alianza. Madrid, 2009. 231 páginas. 17,50 euros.
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