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Crimen de Polop

Dos prohombres, en el crimen de Ponsoda

La nómina de presuntos implicados en el asesinato de Alejandro Ponsoda crece, y con protagonistas de relieve. Fuentes del caso aseguran que en el plan, fraguado en el sórdido ambiente de un prostíbulo de carretera, participaron dos prohombres de la comarca. "Son dos personas muy relevantes de la zona", precisaron escuetamente esas fuentes, sin detallar el ámbito socioeconómico al que pertenecen los dos nuevos sospechosos.

Al cierre de esta edición, según fuentes oficiales, por el crimen de Ponsoda sólo había tres arrestos, "aunque la investigación sigue abierta y no se descartan más detenciones".

Los detenidos, por orden cronológico, son Raúl Montero Trevejo, vecino de Albatera y con una causa pendiente por narcotráfico; Salvador Ros García, un empresario del calzado natural de Orihuela y afincando en Polop desde hace dos décadas; y el gerente del club de alterne Mesalina, sito a las afueras de Benidorm, en la carreta con Finestrat. La juez del caso, la titular del Juzgado número 2 de La Vila Joiosa, que ha abierto diligencias por asesinato y tenencia ilícita de armas, ya ha enviado a prisión a los dos primeros. La magistrada tomará declaración esta mañana al tercero, un ciudadano uruguayo.

Más información
La juez encarcela al gerente de un prostíbulo por el asesinato del alcalde de Polop

El mortal compló contra Ponsoda se planeó en el club Mesalina. Allí se celebraron varias reuniones entre, al menos, cinco personas: los tres detenidos, un cargo público y un sicario. Además de la presencia del cargo público, los reunidos comentaron en varias ocasiones que la operación Ponsoda contaba con el respaldo de otras dos personas de "relevancia" de la comarca.

El crimen de Ponsoda, pocos meses después del de su homólogo de Fago (Huesca), llevó a la Guardia Civil a encargar su resolución al mismo equipo de agentes de la Unidad Central Operativa. Los agentes se tomaron su tiempo y durante dos largos años hicieron un sigiloso acopio de pruebas, que incluye hasta testigos protegidos. La puesta en escena del desenlace, propia de una novela por entregas, está marcada por la prudencia.

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