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Reportaje:

Portada maldita 30 años después

Editado el vinilo de Veneno censurado en 1977 por enseñar un bloque de hachís

Por la fecha de su publicación, 1977, podría pensarse que el disco homónimo de Veneno fue víctima de la censura post franquista o que su imagen provocó una conmoción similar a la que había causado un año antes la fotografía de una niña desnuda, en postura sugerente, que ilustraba el Virgin Killer de Scorpions. La realidad, sin embargo, es mucho menos ruidosa y se resume en una sola palabra: vergüenza. "La discográfica se avergonzaba de nosotros", suele contar Kiko Veneno, responsable junto a los hermanos Amador (Raimundo y Rafael) de un trabajo que en su momento fue unánimemente ignorado o despreciado, pero que hoy goza de la consideración de obra cumbre del pop español por su pionera y abigarrada mezcla de flamenco, rock y psicodelia.

"La discográfica se avergonzaba de nosotros", asegura Kiko Veneno
Rafael Amador: "Hasta yo pensé: pues será verdad que no vale un duro"

La decisión de CBS de cambiar a última hora la cubierta original que mostraba una tableta de hachís con el nombre del grupo grabado con hierro incandescente hizo que ésta ingresara en el selecto catálogo de portadas malditas del rock. De paso, y gracias también al reciente encumbramiento del elepé por la crítica, convirtió las escasas copias promocionales, que se habían distribuido antes de la censura, en un preciado tesoro para coleccionista que alcanzaba precios astronómicos (200 euros) hasta hace bien poco en las subastas por Internet. Uno de esos ejemplares, el que tienen los dueños de la tienda de música Oldies de Valencia en su archivo personal, ha permitido que el disco salga por primera vez a la venta con su envoltorio original y en formato de vinilo.

La reedición de Veneno supone el último episodio de un disco que forma parte de la leyenda. Tanto por su influencia posterior en la música española como por su rocambolesca historia. "O es una mierda como una casa o una genialidad", barruntó un ejecutivo de CBS al escuchar por primera vez aquel sonido que fusionaba el flamenco tradicional que habían mamado los hermanos Amador con algo aparentemente incompatible como la música californiana de los setenta, que inspiraba a un entonces hippie Kiko Veneno. La impresión mayoritaria, sin embargo, fue más bien la primera, que el disco era poco menos que una aberración.

"Mi padre no podía escuchar aquello. Me decía: 'Ustedes estáis locos (sic)", cuenta Rafael Amador en el documental Dame Veneno (2007). "Hicimos un disco adelantado 20 o 30 años a su tiempo, porque es ahora cuando la gente empieza a enterarse de que Veneno era bueno. Pero entonces todo el mundo estaba mosqueado. Hasta yo pensé: 'Si todos lo dicen, pues será verdad que el disco no vale un duro", corrobora su hermano Raimundo en el mismo largometraje. El documental del sevillano Pedro Barbadillo da buena cuenta de la efímera aventura de un grupo que sólo sacó un disco, que fue un fracaso de ventas y que se disolvió a los dos años; pero que también dejó una nueva huella imborrable al colaborar en 1979 en otra obra maldita y posteriormente enaltecida como La leyenda del tiempo, de Camarón.

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El reconocimiento general para Veneno no ha llegado hasta la última década -ha sido elegido el mejor disco de rock español por varias revistas especializadas-, casi con el mismo retraso con que llega ahora a las tiendas la versión censurada. Para su reedición, ha sido fundamental la colaboración de Oldies con el sello Vinilisssimo. La tienda valenciana ha echado mano de un fondo de armario que incluye alrededor de 50.000 vinilos y ha cedido a la filial de Munster Records su copia para el escaneado y reproducción de la portada y el folleto interior con las letras de las canciones, ya que CBS no conservaba el material original del disco.

Salvo por los comentarios extra que aporta el crítico Diego A. Manrique, el disco acaba de ser relanzado tal y como fue concebido y llevado al depósito legal hace 32 años. Fue allí, en el momento en el que iba a ser registrado, cuando CBS aceptó la sugerencia de sustituir la portada para que nadie interpretara la fotografía como una apología de las drogas. No en vano, el elepé había sido grabado bajo los efectos de estupefacientes como el de la foto censurada y en cantidades industriales.

La grabación es, precisamente, otra parte importante de la leyenda del disco. Tras un primer día baldío en el que resultó imposible hacer nada por el trasiego de gente con bocadillos, fiambreras, sandías y hasta medio kilo de hachís, el productor Ricardo Pachón amenazó con abandonar el proyecto. Pero no lo hizo, y al día siguiente cogió el toro por los cuernos vetando la entrada en el estudio a toda la cohorte de acompañantes de la banda. Pachón dejó su sello en el disco no sólo con la producción. También añadió unas gotas de LSD al té que dio de beber a los músicos por la tarde antes de empezar a trabajar. "No he visto nunca mayor productividad que la del ácido lisérgico", bromea Pachón en Dame Veneno. Esa misma noche el disco estaba terminado.

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