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Feijóo promete una "Galicia única" frente a las presiones localistas

El presidente advierte que su plan para coordinar servicios no tiene "marcha atrás"

De su almanaque político han caído ya las hojas del autogobierno y de la sociedad del bienestar, "los logros" de casi 30 años de autonomía. "Esta es la legislatura de la superación del localismo", anunció en septiembre el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en una entrevista a este periódico. En "esa nueva etapa" ha empeñado el inicio de curso hasta que el debate sobre el futuro de Caixa Galicia y Caixanova avivó la lucha norte-sur. Diferentes conselleiros habían tropezado con los alcaldes (socialistas) de A Coruña, Santiago y Vigo, al exponer sus planes sobre aeropuertos y universidad. Poca cosa comparada con el choque que ha propiciado la solución para las cajas y que amenaza con empantanar el proceso abierto para mantener su "galleguidad".

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Y sin embargo, pese a la virulenta respuesta que han tenido algunos de sus proyectos entre los poderes fácticos de A Coruña y Vigo, Feijóo sigue convencido de su plan.

"Hay veces en que las buenas ideas generan debates; salvando las distancias, pienso en la entrada en la OTAN o la adhesión a la Unión Europea. Entonces hubo detractores. Ahora los hay en Galicia, pero ante esos obstáculos no cabe renunciar. Intento hacer ver que Galicia es una ciudad única, mediana, de 2,7 millones de habitantes. A las ciudades les irá mejor con una Galicia fuerte", responde a EL PAÍS. El presidente está persuadido de que "la Galicia global no tiene marcha atrás" y ese mandato lo repite estos días a sus conselleiros. Lo mismo al titular de Cultura y Turismo, Roberto Varela -que debe lidiar con el reparto de ayudas a las compañías de bajo coste para que abran nuevas líneas en los distintos aeropuertos- que al de Infraestructuras, Agustín Hernández, responsable de vertebrar el territorio.Ante las cámaras, el pasado lunes, Feijóo exigió a sus portavoces en los ayuntamientos, a los presidentes de las diputaciones de Ourense, José Luis Baltar, y de Pontevedra, Rafael Louzán, y a los alcaldes de municipios medianos, "lealtad a Galicia". Y cuando en el comité de las ciudades ya no había fotógrafos ni periodistas fue todavía más explícito. Alertó de los riesgos de que el PP caiga, como cree que está haciendo su rival, el PSdeG, en "el electoralismo" y en la lucha norte-sur cuando falta año y medio para las municipales.

Pidió calma incluso ante los titulares de "los periódicos del norte y del sur, con intereses conocidos". Se refería no sólo al debate sobre las cajas, también a otros conflictos abiertos como la lucha abierta en los distintos campus por nuevas titulaciones universitarias y otras guerras similares que podrían quebrar la unidad de discurso que ha impuesto en el partido.

Entre los destinatarios de ese mensaje, sentado en la primera fila, Carlos Negreira, anfitrión del acto, presidente provincial y candidato en A Coruña, al que el entorno de Feijóo reprocha haber alentado, junto a la conselleira de Sanidade, Pilar Farjas, la reclamación de un ciclo de la Facultad de Medicina para A Coruña, que también reivindica el alcalde socialista Javier Losada. Estaba Baltar, que hizo causa durante meses para que Ourense mantuviese un grado de Física, ya descartado por el conselleiro de Educación, el orensano Jesús Vázquez. Y también Telmo Martín, presidente local y candidato en Pontevedra, quien insistió hasta la extenuación para evitar que la delegación de la Xunta en Vigo no se equiparase en competencias a la que siempre hubo en Pontevedra. Una batalla que acabó ganando Martín, con gran predicamento en las decisiones del líder de su partido y que redujo considerablemente las competencias de la delegación de la Xunta en Vigo.

Con todo, la mayor presión que reconoce el equipo de Feijóo proviene de los alcaldes de las siete ciudades. Es lo que el presidente llama "intereses malintencionados" y que está dipuesto a combatir a toda costa. Feijóo insiste en racionalizar las inversiones y coordinar la política de puertos, aeropuertos y universidades. "No es que lo diga yo, es que hay que hacerlo y es mejor ahora que dentro de diez años. Todos los partidos deberíamos estar de acuerdo en esto porque no hay 315 galicias, ni siquiera siete, sólo una", avisa el presidente de la Xunta. Conocida es también su advertencia a los regidores de Santiago, A Coruña y Vigo sobre el reparto de los fondos para compañías de bajo coste: "Un solo aeropuerto con tres terminales".

Pedro Puy, mano derecha del presidente en el Parlamento y coordinador del programa electoral, asegura que esa "Galicia única" más que un lema es un "discurso de convicciones" del que no se va a apear el partido en estos cuatro años. Una "filosofía transversal" que preside la nueva ordenación por áreas sanitarias -"con el consiguiente riesgo de soliviantar a algunos alcaldes populares"-, el Plan Move de Infraestructuras y el futuro sistema universitario, que prevé un "contrato-programa vinculado a que ofrezca resultados para los sectores productivos y estrategias para el país".

O la idea de recuperar la frustrada apuesta del Gobierno de Fraga por las áreas metropolitanas, que embarrancó otra vez con el bipartito ante los titubeos del conselleiro José Luis Méndez Romeu, y que ahora "tampoco tiene marcha atrás".

El objetivo último, el reequilibrio territorial, llevó a los populares a incluir en su programa como "sectores estratégicos", actividades del interior de Galicia como la piedra ornamental. Se trata de compensar el impulso de la Xunta a la pujante actividad de la fachada atlántica.

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