Un capo venido a menos
'El Abuelo', detenido por blanqueo de dinero, vendía coca adulterada, fue timado por los carteles e intentaba proteger sus ganancias en Bahamas
En los años 90, José Lafuente y su hermano Nelo se adjudicaron una buena parte del pastel que amasaban los carteles de la cocaína. Con los negocios madereros como tapadera, estos veteranos narcotraficantes completaron una buena agenda de contactos para organizar los envíos de droga hasta Galicia. Lo hacían a la vieja usanza, comprando la mercancía en Suramérica y trayéndola directamente, sin intermediarios. En aquella época, los hermanos Lafuente se relacionaban con la flor y nata del narcotráfico colombiano. Para importar toneladas de droga a la Península, Nelo llegó a implicarse con el fugitivo Carlos Ruíz Santamaría, El Negro, cuya excarcelación provocó un sonado escándalo en la Audiencia Nacional. Unos negocios por los que aún cumplen penitencia.
Fue condenado en 2001 por secuestro y tortura de un sobrino suyo
Desde entonces, José Lafuente, de 53 años, apodado El Abuelo, siguió dirigiendo los hilos del negocio, con el apoyo de varios familiares, hasta que cayó en desgracia, víctima de la adicción a la misma droga que comercializaba por toneladas. Su hundimiento acabó culminando el pasado martes, cuando fue detenido por dirigir una red de blanqueo. En 2001, el secuestro y tortura de un sobrino le costó a Lafuente una condena de siete años de cárcel. José Radio cobró cara su negativa a viajar a Colombia donde iba a permanecer como rehén de un cargamento de su tío.Entre las idas y venidas a la celda, Lafuente siguió trabajando pero cambió de sistemas. Optó por mover pequeñas partidas de cocaína que contrataba personalmente en Suramérica. Hace tres años, una de las investigaciones abiertas sobre él cambió definitivamente el perfil del capo.
El Abuelo estaba transfiriendo a Colombia importantes cantidades de dinero -hasta 300.000 euros fueron interceptados- a cambio de cantidades de cocaína ínfimas si se comparan con el volumen de mercancía que acostumbraba a mover. Algunas partidas, como un kilo que vendió en Ibiza, eran de tan mala calidad que no alcanzaba ni el 15% de pureza. Las transferencias se efectuaban a través de la compañía de servicios financieros, Western Unión, a una cuenta bancaria suiza que hacía de intermediaria. Lafuente estaba perdiendo miles de euros por operaciones que nunca logró cerrar, y todo sin inmutarse. Los investigadores sospecharon que debía de tener enormes depósitos de dinero. Pero faltaba saber dónde.
Por fin, agentes del Equipo contra el Crimen Organizado (ECO) de la Guardia Civil, lograron descubrir una cuenta bancaria en las islas Bahamas adonde Lafuente habría mandado sus ahorros. Por ahora los investigadores desconocen cuánto dinero puede haber allí porque las autoridades del país antillano aún no han contestado a las comisiones rogatorias que les envió el juzgado de Cambados.
El pasado martes, El Abuelo, junto a varios familiares, fue esposado en su fortín de Sisán-Ribadumia, por orden del juez Juan Carlos Carballal, que acusa al clan de un delito de blanqueo de dinero. La operación se sirvió de un espectacular despliegue policial. Dos de los detenidos quedaron ayer en libertad pero su mujer fue devuelta a los calabozos. Debajo de la mesa de billar, José Lafuente escondía cuatro escopetas, una de ellas de cañones recortados, 6.000 euros y unos cuantos gramos de cocaína. Esta tarde pasará a disposición judicial.
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