"Volverán el respeto, la nostalgia y el mito del ángel caído"

Daniel Córdoba-Mendiola (Barcelona, 1975) ni come ni deja comer. Lo primero, porque no para de hablar y de contar, por ejemplo, que la curiosidad le llevó de pequeño a tirarse a las vías del tren. Y lo segundo, por la fascinación que ejerce quien puede leer la bola de cristal. Porque él es un coolhunter, cazador de tendencias. "No se trata de ir de fiestas hasta el amanecer y fotografiarlo todo y perseguir a los skaters; nuestro trabajo es fruto de una formación sociológica, de marketing y de estética de la imagen potente", arguye.

Si es por potencia visual, el restaurante que ha escogido es cegador: lámparas de flores, mobiliario de diversos estilos, ventilador de aspas, espejos, vigas de perfil industrial... ¿Es cool? "Sí: es aparente, respira autenticidad, hay un toque transgresor, tiene cierto rollo chill out, te explican el menú, el producto es natural...". Por más que uno se fije, cuesta definir aquí lo cool. Mejor consultarlo en su Coolhunting (Gestión 2000).

El cazador de tendencias revela las claves de su oficio en 'Coolhunting'

Desconcertado porque el experto ha pedido los dos primeros ligeros del menú, uno no recuerda cómo se ha llegado a la autenticidad como una clave de lo cool. "Sony, a pesar de anuncios como el de las pelotitas de colores del Bravia, es como un banco y eso se trasluce; en cambio, ahí está Steve Jobs, genio loco con su cáncer, extremadamente auténtico, evangelizador... La gente flipa con eso".

Autenticidad, honestidad, versatilidad componen la naturaleza de marcas cool. Y eso es extrapolable hasta a las ciudades. "Barcelona ha caído como ciudad cool porque el diseño ya no es relevante y más sin contenido; además, le costará volver a serlo porque lo in necesita cierta masa crítica para florecer". Y algo peor: "Se sabía cool y eso hace que dejes de serlo ipso facto: es el efecto-rechazo del 'va de guais". Cool es hoy Berlín: "Juega bien con su pasado". ¿Y Madrid? "Va hacia la metrópoli: el resto de España va a sus teatros y pasa ahí el fin de semana; ¡el Broadway español!".

Horror. El discurso, absorbente, lleva a ingerir el maki con cuchillo y tenedor y ahora no hay quien saque las espinas del pescado con los palillos. El coolhunter, mientras, va por delante. Sin el pelo algo pincho, nadie creería que de su cabeza salen links impensables. "El trabajo es en parte eso, entrelazar realidades distintas. Así, miramos la crisis de Finlandia y su aplicación a la hostelería española; eso crea marcas diferentes y modernas".

Córdoba-Mendiola no otea el futuro solo: tiene un equipo de 21 expertos de todo en todo el mundo, que complementa con consultas a gurús y círculos cercanos a surferos y otras tribus. "Lo cool no se inventa; vemos las listas Nielsen y extraemos tendencias; lo cool ha de emanar de los valores de la sociedad, si no sale lo raro".

No puede hacer un retrato de los productos cool porque "no hay un cool universal". Pero su "intuición procedimentada" le dice que lo que viene es "un aumento de la nostalgia", mayor culto a la persona ("volver a ella, las empresas formadas por las personas, el ángel caído que ha de levantarse") y ¡el respeto!: "Es algo que ha impulsado el medio ambiente pero ahora aplicado a la diversidad social; veremos si llega hasta los padres o profesores". Si vende, seguro.