Esencia setentera
Fundación Juan March
Uno de los restaurantes nuevos más populares del barrio de Salamanca lleva en realidad cerca de 35 años funcionando y ha pasado por lo que, hablando en la jerga del sector de la restauración, debe de ser la apertura preliminar más larga de la historia. Cuando se inauguró la fabulosa sede modular de mármol blanco de la Fundación Juan March a finales de enero de 1975, incluía una cafetería encajada en una discreta esquina de la planta baja del edificio. Y ahí ha permanecido, discretamente, haciendo poco más que servir ocasionalmente un café o una caña a los pocos amantes de los conciertos de la fundación que conocían la existencia de la cafetería y el hecho de que abría durante algunos actos públicos.
FUNDACIÓN JUAN MARCH
Castelló, 77. Madrid. Horario de cafetería: de lunes a viernes, de 11.00 a 20.00 ininterrumpidamente.
Todo eso cambió el pasado mes de febrero, cuando se contrató al grupo de restauración La Blonda para que convirtiese la cafetería en un restaurante con todos los servicios incluidos durante las horas de apertura de la galería de la fundación. Dos días después de la inauguración, y sin haber hecho ninguna publicidad, ya tenían a gente esperando para conseguir mesa a la hora del almuerzo. Al poco tiempo, los habituales del café matutino remoloneaban hasta la hora de comer y los aficionados al café de la tarde parecían deseosos de algo más potente. Y hay rumores sobre un menú especial de bebidas. Ahora el único problema parece ser que nadie quiere irse a las ocho de la tarde, cuando el edificio cierra sus puertas.
Proyectado por el arquitecto del edificio, José Luis Picardo, la cafetería es verdaderamente apropiada para este museo de moderno y elegante diseño setentero. En vez de tener que intentar reproducir el aspecto y el espíritu de esa década liberadora como hacen muchos restaurantes actuales, este lugar es auténtico, una cápsula del tiempo con hileras de mesas de cristal ahumado y relucientes adornos de bronce. Hay previstas algunas mejoras para que haya más comodidades y sea más fácil servir las comidas, pero esperemos que el aspecto del sitio permanezca intacto.
El menú del día por 9,50 euros sería una ganga en cualquier barrio de la ciudad, y no digamos en éste. Es sencillo y está bien cocinado, con entrantes como el salmorejo o el salteado de champiñones con jamón, seguidos por platos clásicos como el filete de ternera a la milanesa. Las ensaladas frescas y abundantes han adquirido protagonismo poco a poco, y el delicioso pan crujiente vuelve locos a los que siguen dietas sin hidratos de carbono.
Para alimentar la mente hay periódicos internacionales, así como boletines de la fundación y copias de catálogos recientes de las últimas exposiciones de la March, y también wi-fi gratis.
Con la actual exposición, Caspar David Friedrich: arte de dibujar (hasta el 10 de enero de 2010), dedicada a la obra sobre papel del artista más célebre del Romanticismo alemán, la galería inaugura ahora, además, un rediseño de sus espacios expositivos, con techos más altos y una nueva distribución que le gana al arte un 40% de espacio en sus paredes.
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