El fútbol como una película
Como Benítez, Quique desmenuza el juego para manejarlo a su antojo
Como buen cinéfilo, amante de la obra de Woody Allen, Quique Sánchez Flores (Madrid, 1965) entiende el fútbol como si se tratase de una película. "Después de Rafa Benítez, surge un grupo de técnicos a los que nos interesa lo que sucede dentro del partido: las secuencias. Es un proceso inacabable", explica Quique Flores, en un intento de desmenuzar el juego para poder controlarlo y manejarlo a su antojo.
Tras una carrera de 13 años de lateral derecho, Quique Flores, en efecto, llega al oficio de entrenador, primero en el juvenil del Real Madrid y después en el Getafe, embelesado por el milagro táctico con el que Benítez ganó en el Valencia dos Ligas en tres años. La armonía defensiva es lo primero, según se desprende de sus entrenamientos. La transición en el centro del campo, lo más rápida posible. Y el balón a los extremos para que lo pongan en el remate de los delanteros. Objetivamente, pues, ha llegado al lugar apropiado para ajustar una defensa desbaratada y afinar un ataque sobrado de talento. A Quique le gustan los partidos controlados y los marcadores cortos.
Obsesionado de la preparación física, Quique aspira a un conjunto que vuele y a unos jugadores muy afilados. En su época en el Valencia, algunos futbolistas se quejaron de que les hiciera estar demasiado delgados. El brasileño Edu, por ejemplo, achacó a eso haberse roto los ligamentos de la rodilla. Quique cumplió de sobra los objetivos en Mestalla. Desde junio de 2005 hasta octubre de 2007, lo clasificó dos veces para la Champions y, en una de sus ediciones, alcanzó los cuartos. Quique lo logró, además, después de una temporada en la que, dirigido por Claudio Ranieri, el Valencia se había desestructurado. Todo se torció cuando alguien que había estado a sus órdenes, el lateral Carboni, le declaró la guerra en el momento en que ascendió al cargo de director deportivo. Con el Valencia cuarto en la Liga, Quique fue despedido y el nuevo entrenador, Ronald Koeman, despeñó al equipo.
La parada en el Manzanares posterga las aspiraciones europeístas de Quique. Tuvo contactos con el Newcastle, pero le falló el paso previo en el Benfica, donde, pese a ganar la Supercopa lusa, estuvo demasiado alejado del Oporto en la Liga. Desde Portugal, Quique declaró que veía la Liga española con muchos goles. "Como espectador, me gusta. Como entrenador es un sufrimiento". En el Atlético, tiene asegurado el sufrimiento y quién sabe si también el placer de conseguir que el conjunto rojiblanco flote.
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