"Esto es como la desamortización"
El Banco de España paró el intento de la Iglesia de frenar la fusión de Cajasur
"En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo". El Consejo de Administración del martes por la noche comenzó como siempre lo hacen los de Cajasur: con seis sacerdotes (cuatro consejeros, un vicepresidente y el presidente) santiguándose. Pero era una reunión diferente. Como "un punto de inflexión" la describió ayer un miembro del consejo. La Iglesia, que controla esta entidad, tuvo que dar marcha atrás y renunciar a su órdago de frenar la unión con Unicaja si la Junta no le garantizaba en el decreto ley de reforma de las cajas su porcentaje de representación en futuras concentraciones. La fusión con Unicaja tenía que continuar y así se lo había hecho saber ese mismo día el Banco de España al presidente de Cajasur, el sacerdote Santiago Gómez Sierra.
El obispo cordobés intentó puentear a la consejera de Economía
La reunión del consejo, que tenía como único punto del día el análisis del proyecto de Unicajasur, duró dos horas y fue tensa, según la describen fuentes de la entidad. Pese a que ya sabían que no había más salida que la unión con Unicaja, los curas no renunciaron al derecho a la pataleta. El canónigo lectoral Alfredo Montes García se encargó de los reproches. Llegó a comparar el proceso abierto para la fusión de la caja cordobesa con "la desamortización". Tras su intervención, Luisa Ruiz Fernández (PSOE), vocal por el Parlamento, tomó la palabra para pedir que este tipo de valoraciones no se abordaran en el Consejo de Administración.
La Iglesia encontró un curioso aliado en la reunión del martes por la noche: el vocal Andrés Hens, miembro de Izquierda Unida. Según varias de las personas presentes en la reunión, Hens afirmó que la fusión era fruto de un plan urdido por los estrategas de la Junta de Andalucía tras las últimas elecciones generales. "Estaba pintada en una pizarra desde 2004", dijo ante el estupor de algunos de los consejeros. Los sacerdotes también lamentaron que la Junta no les permitiera seguir adelante con uniones con entidades de fuera de Andalucía, en referencia a Cajamurcia.
El primero en tomar la palabra en la reunión fue Andrés Hens. Luego hablaron Juan Pablo Durán (PSOE), Juan Ojeda (PP) y Salvador Blanco (PSOE), quienes, con más o menos fuerza, rechazaron el pulso de la Iglesia y defendieron el proceso de fusión abierto. En la reunión ni siquiera se llegó a plantear la ruptura de las negociaciones, algo que la Iglesia sí había apuntado la noche anterior a través de un comunicado.
Pero en 24 horas habían pasado muchas cosas. La más importante fue la intervención del Banco de España respaldando el proceso abierto de unión. La pésima gestión que se ha realizado en los últimos años ha llevado a esta entidad a no tener más salidas que la fusión con otra que le ayude o la intervención.
En su turno de palabra, Gómez Sierra también leyó una breve misiva. Era una carta enviada esa misma tarde por Braulio Medel, presidente de Unicaja, con la intención de hacer más llevadera la resignación de la entidad fundadora ante el decreto ley. A la carta se acogió el presidente de Cajasur para no dar por perdido el partido. Medel envió la misiva a petición del vicepresidente Salvador Blanco, según fuentes del proceso de negociación. En la carta, el presidente de la caja malagueña daba "garantías adicionales" a la Iglesia sobre futuras uniones, aunque otras fuentes señalan que el escrito "no tiene prácticamente contenido".
En esas 24 horas, la consejera de Economía, Carmen Martínez Aguayo, intentó rebajar, en conversaciones mantenidas la noche del lunes y la mañana del martes, el subidón de la entidad fundadora de Cajasur. Si el pulso de la Iglesia causó honda preocupación en el Gobierno, desde luego Aguayo no la trasladó en la conferencia de prensa en la que presentó la reforma legal. "Considero hasta natural esas tensiones", dijo, luciendo intencionadamente el pin de la Junta de Andalucía en la solapa de su chaqueta de color rojo vivo. Horas antes, el obispo interino de Córdoba, Juan José Asenjo, intentó puentearla con una llamada al presidente Griñán, pero éste le remitió a la consejera.
Finalmente, se impuso el sentido común y la Iglesia admitió la fusión, aunque Gómez Sierra mostró su "profunda decepción" por el texto final de la ley de cajas. Este sacerdote cerró el consejo de administración pidiendo que el proceso continuara por responsabilidad con la ciudad y los trabajadores. Ni siquiera hubo votación.
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