El Barça de la luz se queda ciego
El equipo de Guardiola despliega un fútbol monocorde y se ve sorprendido por el Rubin Kazán
Hay derrotas que por más sorprendentes que parezcan se ven venir, de alguna manera se anuncian y al final acaban por caer el día menos pensado. No jugó bien el Barça contra el Almería, lo había pasado mal con el Dinamo Kiev y pudo perder en Valencia. Le alcanzó con ejercicios esforzados para salvar el marcador y ganar tiempo, convencido de que el suyo era un mal pasajero, propio de los mejores artistas. Ayer jugó con la misma tenacidad de encuentros anteriores y también con la misma incomodidad y desagrado, muy desafinado. La diferencia estuvo en el resultado. El esfuerzo no le evitó una dolorosa derrota ante al Rubin Kazán que complica su clasificación en la Liga de Campeones.
BARCELONA 1 - RUBIN KAZÁN 2
Barcelona: Valdés; Alves (Busquets, m. 92), Piqué, Márquez (Keita, m. 80), Abidal; Xavi, Touré, Iniesta; Messi, Ibrahimovic y Pedro (Bojan m. 66). No utilizados: Pinto, Puyol, Maxwell y Jeffren.
Rubin Kazán: Ryzhikov; Salukvadze, Sharonov, César Navas, Ansaldi; Noboa, Semak (Murawski, m. 43); Kaleshin, G. Karadeniz (Popov, m. 92), Ryazantsev (Kasaev, m. 83); y Domínguez. No utilizados: Revishvili, Bystrov y Gorbanets.
Goles: 0-1. M. 2. Ryazantsev empalma un chut durísimo desde unos 35 metros. 1-1. M.47. Ibrahimovic controla un pase de Xavi con el pecho y empalma un tiro cruzado. 1-2. M. 73. Karadeniz, a pase de Domínguez.
Árbitro: Laurent Duhamel. Amonestó a Iniesta, Alves y Ansaldi.
Camp Nou. 55.930 espectadores.
El juego sencillo y directo del equipo ruso triunfó ante el barroquismo azulgrana
No remontó el Barça, estresado y sin ritmo, sobrado de posesión y falto de chispa
No está en forma el Barça y sus mejores futbolistas han perdido la finura. A Xavi, Iniesta y Messi se les ha apagado la luz al mismo tiempo y el equipo se ha quedado ciego. Hasta la fortuna le ha abandonado cuando más la necesitaba. Ayer tomó un gol nada más comenzar y los palos devolvieron dos remates de Ibrahimovic y Touré después de un arbitraje maquiavélico que favoreció el fútbol físico del equipo ruso. El juego sencillo y directo del Rubin Kazán triunfó ante el barroquismo del Barça. Un mal trago para los azulgrana porque la diferencia entre ganar y perder era abismal no sólo a efectos de la clasificación sino también por una cuestión terapéutica. Aumenta la intranquilidad en un Barcelona al que se le pide tanto, por bueno y por campeón contrastado, que difícilmente se le perdonará una.
No hay tiempo para la pausa. El arranque del partido ya fue vertiginoso porque en un minuto se pasó de una ocasión excelente de Iniesta, volteado en el área, a un gol sorprendente de Ryazantsev, que enganchó un tiro estupendo desde la media distancia después de un mal rechace de Márquez. El gol chafó el entusiasmo de la escasa hinchada que había acudido al Camp Nou. La gente se animó nada más leer la alineación. Los azulgrana se exigían la victoria desde una formación muy ofensiva. Jugaban Piqué y Márquez en la defensa, Iniesta y Xavi como volantes y en punta figuraban Messi e Ibrahimovic. Un partido para los artistas. No había sitio para Puyol ni para Keita. Quería Guardiola un equipo muy limpio y técnico, preciso en la elaboración y certero en el remate.
El tiro de Ryazantsev acabó, sin embargo, con el encanto despertado por el Barça al saltar al estadio. El equipo se paralizó en la elaboración del fútbol y se destempló en la ejecución de la jugada. Apenas alcanzaba el área contraria y por contra tiraba centros sin poner atención. Algunas veces le perdía la lentitud y en otras se precipitaba en exceso. No había forma de encontrar la velocidad que precisaba el encuentro, y el campeón ruso se batía de manera racional y organizada, sin concesiones defensivas.
Temblaba Piqué, nervioso por no dar con la línea de pase desde su área, mientras los extremos e interiores no encontraban la manera de generar espacios alrededor de Ibrahimovic. Había adversario y también partido para desdicha de un Barcelona que pensaba jugar sólo contra el propio Barcelona. Necesitaban los azulgrana recuperar sus mejores sensaciones futbolísticas después de un par de partidos de supervivencia, muy espesos y exigentes, poco dados a la filigrana por la oposición del rival.
Y, puestos todos los buenos en la cancha, no sabía atacar el Barça y se defendía muy bien el Rubin Kazan. Además de pasar el rosario, a Berdyev también le gusta preparar los partidos. Los azulgrana no encontraban la manera de filtrar la pelota con toques interiores ni de jugar por fuera, neutralizados Alves y Messi, muy bien marcados por una excelente zaga de ayudas y una buena presión de los medios. Imposible ser anchos y profundos como se exigen los barcelonistas.
Aunque el encuentro demandaba un cambio de marcha, el banquillo del Barça es escaso y no se adivinaban muchas soluciones para vencer el estrangulamiento dispuesto por el adversario. Así que había que perseverar con la apuesta de salida, remolonear menos con el balón y jugar más a un toque, mejorar la intensidad y la dinámica. A rivales duros y rodados como el Rubin se les gana con finura, con la técnica de jugadores como Xavi, Iniesta y Messi, y los desmarques de Ibrahimovic.
Así llegó el empate. Un pase profundo de Xavi hacia el espacio ganado por Ibrahimovic en medio de los centrales, y el sueco que para la pelota con el pecho, se da media vuelta y la cruza violentamente a la red. Un alivio momentáneo. El juego volvió a ser reiterativo y poco lúcido. Así las cosas, Guardiola optó por recurrir a Bojan, un futbolista con más gol que juego. Más que jugar, había que ganar. Y perdió justamente después de que Bojan cediera mal una pelota que enganchó Domínguez y remató Karendiz a gol. No pudo remontar el Barça, estresado y sin ritmo, sobrado de posesión y falto de circulación y chispa, irreconocible respecto al año pasado y en relación a las dos Supercopas ganadas en verano. Los títulos y el juego le han dado la credibilidad suficiente para no retirarle la confianza por más que una victoria del Rubin invita a cualquier rival a pensar en la vulnerabilidad de un Barça al que desde hace un tiempo todo le cuesta más. De momento, en cualquier caso, el desconcierto fue mayúsculo ayer en el Camp Nou.
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