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Columna
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Griñán y el 'Padre Medina'

El presidente de la Junta, José Antonio Griñán, quiere una Andalucía "más tolerante, laica y abierta". Lo dijo en la última reunión de la Interparlamentaria Socialista y yo lo leí en un periódico mientras anunciaban en Canal Sur un nuevo capítulo de Padre Medina, la serie estrella esta temporada de la televisión autonómica y que protagoniza un cura joven, moderno y que va en una moto de gran cilindrada. Es una serie de ficción importada de la televisión de Galicia, donde después de cuatro temporadas logró tal audiencia que en la nota de prensa que envió la RTVA en su presentación se decía: "Canal Sur ha sido la primera cadena autonómica en hacerse con los derechos de emisión de la serie Padres Casares, que ha cosechado un éxito sin precedentes en TVG, haciendo sombra, incluso, a la superproducción norteamericana CSI".

No he tenido todavía el gusto de disfrutar de este éxito, como tampoco del otro éxito de la televisión pública nacional, TVE, que protagoniza también un cura y que se llama La señora. La señora se llama la serie, no el cura. Según la nota de prensa enviada por la RTVA, la trama sobre la historia del Padre Medina está sustentada en el costumbrismo, retratando un ambiente universal con el "color propio e irrepetible de la geografía andaluza y un humor amable, cargado de ironía, que toma como referente narrativo el mundo literario que Giovanni Guareschi ideó entre don Camilo y don Peppone". Lo ideó en los años cincuenta, pero esto no lo decía la nota. En la serie de Canal Sur el cura antiguo se llama don Primitivo y el moderno padre Medina, y entre sus principales personajes figuran una profesora, el alcalde, la asistenta, el sacristán, el chapuzas, el obispo, el policía y varias beatas. Como pueden comprobar, trabajos todos relacionados con el nuevo modelo productivo y el I+D.

Al día siguiente de tener conocimiento de la existencia del televisivo padre Medina y debido a un "exceso de transparencia de la Junta", en palabras del secretario de Organización del PSOE, Rafael Velasco, me entero de que el nuevo borrador del decreto de reforma de las cajas iba a mantener la bula legal de la que disfrutan ahora los curas-cajeros en Cajasur, que no son tan modernos como el padre Medina y cuya única preocupación parece ser la de poder jubilarse como consejeros de la entidad a los 75 años de edad. Ahora hay un nuevo decreto donde ya no figura esta bula, aunque nadie ha explicado por qué figuró en el anterior y no está ahora en el nuevo.

Mientras Economía se preocupa de los curas, en Marbella están a la greña con un santo. En concreto por una propuesta del gobierno local para ponerle el nombre de una calle a monseñor Escrivá de Balaguer, el fundador del Opus Dei. En Málaga estas polémicas hace tiempo que se resolvieron: en los últimos años se han erigido 18 estatuas en la vía pública, seis de ellas de carácter religioso: san Juan Bosco; el padre Tiburcio Arnáiz; sor Ángela de la Cruz; fray Leopoldo de Alpandeire; san Marcelino Champagnat y la beata Madre Petra. No es de extrañar. En Málaga, como supongo que en otras capitales andaluzas, a las reuniones del PGOU acuden los representantes de las cofradías, para que las actuaciones en las vías públicas no afecten al normal desarrollo de las procesiones de la Semana Santa. Una especie de urbanismo a golpe de saeta que se arrastra de tiempos del PSOE.

Afortunadamente, ha surgido la iniciativa "Andalucía 10", ese conjunto de acciones con la que se pretende mostrar en el contexto nacional y europeo la actual realidad de la comunidad autónoma, alejada de los tópicos que aún persisten. Y que suponemos deberá mostrar esa Andalucía "más tolerante, laica y abierta" que propugna Griñán. A la espera de que lleguen las primeras medidas, sigamos disfrutando de la historia del padre Medina y de la singularidad de los curas-cajeros.

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