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Reportaje:

Territorio banal

La tesis de la 'urbanalización' cuestiona modelos urbanísticos y arquitectónicos clonados del exterior como el valenciano

Ya casi no hay ciudad portuaria que no haya remodelado su frente marítimo con una morfología orientada al ocio, gran urbe que no planifique sus centros de negocios sobre rascacielos uniformes de cristal o capital estatal o regional que no quiera proyectarse al exterior con edificios emblemáticos rubricados por arquitectos de fama mundial. El urbanismo y la arquitectura no han sido inmunes a la globalización, a la lucha entre ciudades por ganar visibilidad. Pero este urbanismo emulador, "prisionero de las coordenadas de la imagen", aboca a la despersonalización y estandarización de las ciudades. Ésta es una de las tesis contenida en el libro, presentado esta semana en Valencia, Urbanalización, paisajes comunes, lugares globales (Gili Gaya, 2009), del catalán Francesc Muñoz, profesor de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona. La propuesta se vehicula en torno al neologismo "urbanalización" y pone en entredicho la eficacia arquitectónica, social y económica de los modelos imperantes. En su libro, el autor no aborda el caso valenciano como paradigma, pero Muñoz advierte que Valencia "es un caso muy claro de construcción de una marca a través de la arquitectura contenedor, recurriendo a Santiago Calatrava, al mismo tiempo que se evita sacar provecho de los elementos de valor autóctonos como la zona de El Cabanyal", explica. La capital valenciana también ejemplificaría lo que Muñoz denomina "festivalización", la creación de marca usando como señuelo los grandes eventos. "Como estrategia es brillante: intentar ser la nueva Montecarlo europea. La pregunta es qué se gana y se pierde con ese modelo, una reflexión que debería haberse hecho de manera colectiva".

Valencia ha creado su marca con los eventos como señuelo
"Se ha hipotecado una parte importante del territorio"

Muñoz extiende el concepto de urbanalización a las periferias de diseminados con casas y adosados clonados e idénticos a los de cualquier parte. Desarrollos urbanísticos que Muñoz analiza con severidad y que han sido intensivos en ésta y otras comunidades. "Se ha hipotecado una parte importante del territorio, suelo que no se debería haber urbanizado nunca y que ahora hay que mantener. El gran drama de las zonas residenciales es que están condenadas al uso del automóvil, al consumo de recursos y a generar simplicidad, paisajes urbanos banales", añade.

Un modelo que conlleva "insostenibilidad medioambiental, económica, social -porque hay segregación-, pero también cultural", sentencia. Desde Valencia, Joan Romero, catedrático de Geografía Humana, se adhiere al razonamiento: "Aquí se ha apostado por la degradación de los referentes identitarios, paisajísticos y culturales y hemos saturado el territorio a costa de una pérdida de calidad territorial irreversible. Un proceso claro de urbanalización del territorio, de construcción de un territorio sin discurso, sin propósito colectivo, basado en la clonación de morfologías y formatos".

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