Sobre todo, indiferencia
La ciudad se ha adaptado a convivir con la bacteria
En una década de presencia de legionela en Alcoi, la perspectiva sobre los contagios ha variado radicalmente entre la población. La psicosis inicial contrasta con la percepción actual de sus vecinos, más cercana a la indiferencia o la aceptación. "No es algo que me asuste ni me quite el sueño porque nadie cercano a mí ha padecido este problema. Pero sí es cierto que me preocupa que sea algo que se perpetúe sin solución. Es posible que no se esté haciendo todo lo necesario por atajar el problema"; así se pronuncia Alicia Esteve, dependienta de 20 años.
Ahora apenas nadie recuerda los días de noviembre de 2000 en que la población dejó las tiendas, supermercados y grandes superficies sin agua embotellada por temor al contagio. "El único problema es el sabor que tiene el agua a cloro, pero hasta a eso te acostumbras", explica una vecina que asegura que nunca ha dejado de beber agua del grifo para evitar la legionelosis -y con buen criterio, porque la enfermedad no se transmite bebiendo-.
"El problema es el sabor a cloro del agua; pero hasta a eso te acostumbras"
A Jordi Juan, de 43 años, alcoyano de nacimiento pero que vive en Cocentaina, le "toca las narices" que "por culpa de este asunto las autoridades estén hiperclorando el agua. Demuestra la inutilidad de los políticos, que llevan ya 10 años sin darnos una solución".
Raro es quien no tenga un familiar o conocido que haya sido afectado por la neumonía por legionela. "Mi padre tuvo la legionela. La cogió muy mayor, pero logró superarla. Lo curioso es que no sabemos, ni nadie nos ha podido explicar, cómo llegó a contagiarse, porque puedo asegurar que nunca salía de casa", recuerda Ana.
Pablo García, de 22 años, estudiante universitario del campus de Alcoi y residente en la zona centro también relativiza el problema: "No me preocupa. Tal vez si fuera mayor. Ahora creo que la superaría". María Ángeles Pastor, de 42 años, ama de casa que vive en la zona Ensanche, cree que la legionela "es un problema que han creado los políticos y los medios de comunicación". "Es evidente que aquí se puede vivir sin riesgo de salir a la calle y sin necesidad de que llevemos mascarillas. Creo que es más la imagen que se da al exterior que lo que realmente es este problema para los ciudadanos de Alcoi", añade.
Fernando Calatayud, de 56 años, que reside en la zona Norte, es más crítico. "Es algo que deberían de haber solucionado. En diez años ya han tenido tiempo. Me preocupa todo lo que las autoridades no pueden controlar. Además, la neumonía que provoca la legionela no es una simple enfermedad, es algo más grave de lo que parece".
Gonzalo Mira, de 47 años y que reside en el barrio de Santa Rosa, donde fue localizado el foco del anterior brote, sostiene que la legionela no le preocupa mientras no se contagie. "Si esto hubiera pasado en Japón iríamos todos en mascarilla. No es problema para mí", añade.
La reaparición de la bacteria también ha hecho que el microorganismo vuelva a hacerse presente en el debate político. El alcalde de Alcoi, Jorge Sedano, del PP, reconocía esta semana pasada que había llegado a ordenar el precinto de todo tipo de instalaciones y empresas tras la reaparición de la bacteria. Mientras, el portavoz del grupo municipal socialista, Antonio Francés, que ha llevado a la Fiscalía el penúltimo brote, sospecha que las dos últimas apariciones de la bacteria se deben "a la relajación en las medidas de prevención", por lo que instó a las autoridades sanitarias a que dediquen "todo su esfuerzo en localizar el foco de contagio" de los últimos casos, aún no identificado.
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