Jugador de final de curso

Bajo la cuidada barba y la melena recortada hay un tenista que se santigua. Está recién nacida la semana y Feliciano López, como salido del barroco, acaba de lograr lo que por entonces parece un milagro estadístico: ganar un partido. Ayer, tras vencer al sueco Robin Soderling por 7-6 (4) y 6-3, el toledano cambia. No se saca una medallita de debajo de la camiseta ni mira al cielo con cara de tenista doliente; no grita para celebrar su primera semifinal en un Masters 1000 ni para reflejar que aquí y ahora, en Shanghai, donde falta Roger Federer, donde no juegan ni Andy Murray ni Juan Martín del Potro, se ha roto su racha de seis torneos seguidos perdiendo en la primera ronda. Llegaba a China con un balance lastimoso: nueve victorias y 19 derrotas en 2009. Algo, en consecuencia, se debió de revolver en su interior al saber que hoy (14.00, La 2) jugará contra Rafa Nadal por un puesto en la final: fue la confirmación de su talento intermitente - "puedo jugar muy bien una semana y horrible la siguiente"- y de su condición de tenista invernal, que sólo alcanza la excelencia a final de curso.

Feliciano ya esperaba a Nadal cuando éste vio cómo el croata Ivan Ljubicic, su rival de cuartos, se retiraba con dolores en la parte izquierda de la cadera y todo por discutir (3-6 y 6-3). Fue un argumento más para los tenistas que critican por abusivo el calendario: ya son ocho las bajas de los que llegaron a Shanghai para disputar el torneo: Del Potro, Roddick, Wawrinka, Acasuso, Zverev, Monfils, Ljubicic y Haas. En China, sin embargo, siguen compitiendo el ruso Nicolay Davydenko y el serbio Novak Djokovic, que decidirán hoy el otro finalista.