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Séptima jornada de Liga
Columna
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La Liga siempre llama tres veces

Enrique Vila-Matas

Pocas veces se ha hablado tanto de fútbol y, al mismo tiempo, se ha hablado tan poco. Salvo unos cuantos estudiosos como Guardiola o algunos fanáticos, ya casi nadie habla específicamente de fútbol, sino de cuestiones más bien extradeportivas. Es una fatalidad de los tiempos y sucede en las mejores familias. En el mundo de la poesía, por ejemplo, no se habla de poesía, sino de los premios Loewe, y eso a pesar de que, como decía Wallace Stevens, la poesía es el tema del poema.

El fútbol puede hacer más soportable el tedio de lo humano, quizás porque sabe poner en práctica sobre los rectángulos de juego las estrategias tácticas más entretenidas. Tal vez por eso aún resulta más difícil comprender que hoy en día interese más lo que sucede fuera de los terrenos de juego que dentro. Interesa más, por ejemplo, el filo del canalón del sonámbulo Laporta que la poderosa ciencia futbolística que despliega actualmente el Barça.

Y lo peor es que ni siquiera hemos tocado fondo en esa cháchara demencial futbolera, un parloteo que se extiende en todas las direcciones y se persona cada día con mayor insolencia tanto en carcajeantes informativos como en las retransmisiones de partidos de fútbol por televisión. No hay forma (en TVE-1, con Zubizarreta de comentarista, son la excepción) de que nos digan con una cierta sobriedad qué sucede sobre el rectángulo de juego, qué jugadores intervienen en aquel momento o, como mínimo, tal como todavía es posible en la BBC, nos dejen oír el sonido ambiente, la ilusión abstemia de estar en el campo. Hablan todo el rato de estadísticas, de goles marcados en el siglo pasado, de la programación tan cutre de su canal, del asiento de la Bernarda, hablan de todo salvo de la jugada. Y así no es extraño comprobar, partido a partido, cómo un equipo trenza una jugada interesante y se acerca a la portería contraria y los espumosos locutores siguen perorando sobre el fracaso olímpico de Madrid, hablando de cualquier cosa menos del partido, de modo que cuando llega el gol les pilla en pleno éxtasis de copa y puro y pasan a mostrar su estupor ante las extrañas consecuencias de una jugada que simplemente no han visto y que parecen pedirnos que les expliquemos.

"Ser líder a falta de 32 jornadas es una ventaja inútil", respondió Guardiola un día antes de jugar contra el Almería y ante la posibilidad de que el Madrid, al enfrentarse al Sevilla, pudiera mostrar sus puntos débiles. Apenas fue escuchado porque todo el mundo andaba en ese momento preocupándose del vértigo profesional de Laporta. El Almería se presentó con una estrategia más antigua que el cerrojo que practicara en los años cincuenta la Real Sociedad, precursor del catenaccio. Lo sorprendente fue que no cesó de recibir elogios la táctica de Hugo Sánchez. Sin embargo, vi el partido en un canal de la televisión colombiana y allí, como eran neutrales, no cesaban de advertir que el Almería no jugaba al fútbol.

En cualquier caso, fue interesante ver cómo el entrenador barcelonista contrarrestaba sobre la marcha el obsesivo cerrojo rival. Para lo bueno y para lo malo, destacó Pedro-Pedrito-Pedro, el nuevo invento de Guardiola. "El Almería nos ha tomado la medida, pero Pep hizo una lectura adecuada del partido", declaró Laporta. Y observé que, una vez más, nadie le preguntaba, por ejemplo, si admira verdaderamente a Guardiola o, en el fondo, más bien le da dentera y desearía su perdición porque lo detesta.

Los jugadores que Guardiola descubre, llegan en el Sevilla de la mano del sagaz Monchi. Los Busquets y Pedro del Sevilla se llaman este año Konko, Zokora y Perotti. Son la cantera -en este caso, extranjera- que se saca cada año de la manga el intuitivo manager sevillano. Gracias a Monchi quizás aún nos podamos divertir en este Liga. El Madrid no se molestó este año en completar su plantilla y olvidó fichar un central y un defensa izquierdo. Aunque todo el mundo lo vio en la pretemporada, se pensó que Cristiano Ronaldo, Benzema y Kaká lo arreglarían todo. Pero Kaká, por ejemplo, se arruga en los frentes más bélicos. Y a Benzema le estorba Raúl. Con todo, como ya dijo Guardiola, ser líder a estas alturas de la Liga es pura anécdota. Nos divertiremos. Parecía todo destinado para la monótona carrera de los dos grandes, pero con un poco de suerte Konko y Zokora animarán el baile y una vez más volverá a producirse ese discreto fenómeno que se repite año tras año y que en tantas ocasiones casi nos pasa inadvertido: en algún momento de su recorrido, la Liga siempre llama tres veces.

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