_
_
_
_
Necrológica:'IN MEMÓRIAM'
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Enrique Miret Magdalena, un árbol que oxigena y protege

Efectivamente, como el pasado martes, 13 de octubre, escribía Juan G. Bedoya en este periódico, el 29 de enero del año 2004 un grupo de amigos de Enrique celebramos en la Residencia de Estudiantes su noventa cumpleaños. En aquella ocasión me preguntaba en alta voz: "¿Por qué somos tantos los que queremos a Enrique? ¿Por qué envidiamos su permanente juventud? ¿Por qué nos gustaría ser, hacer y saber tanto como él es, hace y sabe?". Y me respondía: "Porque en Enrique encontramos muchos motivos de admiración". Por de pronto, su inacabable curiosidad, su deseo de comprenderlo todo. Enrique se ha situado siempre en posiciones abiertas y luminosas. Además, Enrique excluye de su modus vivendi todo lo que signifique rencor o descalificación de los que no piensan como él. Por el contrario da pruebas constantes del recurso al diálogo como procedimiento de aproximación a los temas más complejos. Enrique respeta al adversario. No lo convierte en enemigo a batir. Confía en el Derecho y no parece propicio a la aceptación de la ley del más fuerte. Por eso, me fío de Miret. Enrique sabe inducirnos a la lectura, a la escritura y al amor a la naturaleza. Y cosa cierta es que se pasa muy bien en compañía de su amplísima obra escrita: libros, ensayos, artículos periodísticos, conferencias. Uno de sus libros más recientes está dedicado a la gente mayor. En él ha sabido Enrique ofrecer espacios de hermosa felicidad y transmitir a jóvenes y mayores ilusiones que dan sentido a la vida. En suma, Miret es uno de esos árboles de copa grande, raíces profundas, a cuyo amparo se soporta mejor la espera. Da sombra, frutos, protege de los vientos violentos y oxigena el ambiente. Es un amigo querido y un ciudadano ejemplar.

Donde encontró ideas de represión a los menores, introdujo confianza

Hoy, triste por su fallecimiento el pasado 12 de octubre, además de reiterar aquellas consideraciones, me parece que también es ocasión propicia para recordar que, cuando tuve que buscar el grupo de personas que, en diciembre del año 1982, nos íbamos a hacer cargo de la dirección política del Ministerio de Justicia, pedí ayuda a Enrique Miret para acometer las reformas que la sociedad reclamaba y constituían una especie de imperativo categórico para quienes nos sentíamos comprometidos con los valores centrales del socialismo democrático que había contribuido a reconstruir Europa después de la horrible experiencia nazi-fascista de la II Guerra Mundial.

Enrique acudió, generoso, a darse plenamente. Sacó de las catacumbas la acción estatal hacia los menores de edad responsables de hechos ilegales. Donde encontró ideas de represión, castigo, privación de libertad como única respuesta, dogmatismo, mucho arbitrismo, desconfianza, dejó incoados (ciertamente necesitados de desarrollos y recursos no siempre proporcionados) proyectos de prevención, tratamiento, asistencia, educación, formación, confianza en el menor. Modernizó en buena medida los métodos y las instalaciones y en ocasiones renovó por completo a los responsables de su aplicación. ¡Cuánto costó llevar a cabo determinadas sustituciones! ¡Cuánto cerrar a cal y canto centros dirigidos por quienes carecían de la formación necesaria para responsabilizarse de tan difícil y delicada tarea! Allí tuvo Enrique muchas ocasiones de poner a prueba su tenacidad, su congruencia entre la palabra y los hechos. Sigue siendo éste uno de los problemas de nuestro tiempo. Entonces no fue posible resolverlo, pero las reformas que impulsó Enrique, las transformaciones que acometió estuvieron siempre en la buena dirección.

No me habría quedado tranquilo si hubiera dejado pasar la ocasión sin recordar aquel trabajo suyo y sin volver a afirmar que Enrique Miret ha sido una de las personas que más ha hecho por la convivencia pacífica y tolerante, que mejor nos ha enseñado a ser ciudadanos libres y que más ha defendido la grandeza de la dignidad humana. Descanse en paz.

Fernando Ledesma Bartret es consejero permanente de Estado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_