Un lío morrocotudo
El pecado de Touriño fue la vanidad, o el autismo, pero no la corrupción. Se encerró en su despacho y se negó a hablar con quien quiera que fuese; practicó una política orgullosa, ensimismada, de hombre sin orejas, pero fue injusto que su nombre fuese asociado a sillas dignas de Nerón, o a audis sobre cuyo coste se mintió con descaro. Alfonso Rueda afirmó, sin que le temblara la voz, que su coste era superior al blindado que usa Obama en sus desplazamientos. Hasta donde sabemos, y también hasta donde conocemos al hombre detrás del cargo, Touriño fue honrado. La cosa de Calígula no le pega. Tampoco a Anxo Quintana, aún subido en un yate: qué le vamos a hacer. Lo sabían quienes decidieron hacer una campaña electoral agresiva, y que ponía en cuestión no su política, sino su honorabilidad. Fue una campaña electoral sucia, pero exitosa: aquellos que la diseñaron se sientan en los bancos del gobierno.
El PPdeG tendrá que atemperar su arrogancia, confesar y hacer propósito de enmienda
Hoy las tornas son otras. El fantasma de la corrupción, no sólo el de la financiación ilegal, se abate sobre el PP. Será curioso ver en la obsequiosa prensa local el tratamiento que se le dé a la información que vaya apareciendo. Los silencios no serán tan importantes como las figuras retóricas puestas en circulación para minimizar los hechos. El número de elipsis, eufemismos y circunloquios que se nos avecina es abrumador. El primer día en que saltó la ramificación gallega del caso Gürtel pudimos leer que se trataba de "irregularidades" de gentes que, por otra parte, "estaban en el ostracismo". El ingenio de algunos periodistas en los titulares compite con el de Carpanta. Como estamos ante el comienzo de una larga novela podremos disfrutar con él. Es un placer inocente del que es posible obtener grandes satisfacciones.
Ejercer ese ingenio será una tarea complicada, por cierto. Uno de los datos de hoy es que ya ningún medio puede arrogarse en exclusiva el condicionamiento de la opinión pública. La pasada campaña electoral fue un ejemplo de ello. Fue necesario un bucle entre diversos medios para crear ese efecto arrastre que hizo tan eficaz el mensaje y sus efectos anímicos concomitantes, tanto los vigorizantes entre el electorado de la derecha como depresivos en el de la izquierda y los nacionalistas. En Galicia, desde el punto de vista informativo, hemos dejado de ser una isla. Ya no hay adentro/afuera. La Cope o Intereconomía, el canal de televisión neofranquista al que Feijóo suele atender -hoy la derecha no se anda con chiquitas-, pueden ser tan influyentes como la Radio Galega o La Voz de Galicia.
Leo en Gramsci "los partidos deben mostrar en su vida interna particular que han asimilado como principios de conducta moral las reglas que constituyen en el Estado obligaciones legales". Es una frase a la que se le puede dar mil vueltas, porque, desde luego, si el partido prefigura el Estado, se supone que uno no puede andar predicando por el mundo adelante aquello que no practica en casa. Muchos adolescentes y partes considerables del electorado, se han vuelto confusos y desorientados por esa incoherencia de sus progenitores, o de los partidos que los representan. La Escuela de Palo Alto ha llamado a este conflicto "double bind". Doble lealtad: cuando uno se vuelve esquizoide porque no sabe qué escoger entre dos vínculos mutuamente contradictorios.
Esa frase la escribió Gramsci en la cárcel, encerrado por Mussolini, precisamente por cumplir a rajatabla esos principios morales. Es también el sitio desde el que Pablo Crespo, enchironado por bien otros y menos nobles motivos, afirmó a un cofrade "que si la documentación que guardaba en una caja de Pontevedra viera la luz se montaría un lío morrocotudo". Pues bien, ya estamos en él. El PPdeG tendrá que atemperar su arrogancia, confesar sus pecados y hacer propósito de enmienda. No hay que descartar, desde luego, que la Justicia sitúe a más gente entre rejas, o ante un tribunal. Lo lógico es que así ocurra. De momento, sólo empezamos a saber unas cuantas cosas acerca de la tercera parte del sumario.
¿Cómo reaccionará Núñez Feijóo ante ello? Nuestro presidente ha camuflado el político cachazudo que sin duda es bajo la capa del hombre corriente. En sus primeros seis meses ha puesto patas arriba toda la acción del gobierno que le precedió hasta el punto de que tal vez le habría bastado un único decreto "queda derogada cualquier cosa que tenga que ver con el bipartito". Ello le ha servido para ocultar la inoperancia de su Gobierno, salvo para hacer recortes aquí y allá. No dudo de que sea inteligente, así que intentará cortar el fuego antes de que le queme. De todos modos, sin saber por qué, y sin pretender ofender a nadie, y sin pensar sólo en el actual Gobierno gallego, se me viene a la mente Josep Pla: "Cuando se piensa que, pese a la enorme cantidad de imbéciles que hay en la gobernación de un país, se puede ir tirando, la sorpresa es permanente e inenarrable".
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