El caballo tranquilo

En el mundo de las carreras de caballos, preparar a un purasangre para competir al máximo nivel en una prueba determinada es algo relativamente sencillo. Lo difícil es tenerlo a punto a lo largo de toda la temporada y aún más si participa en distintos premios y sobre diferentes distancias. Es eso lo que hace excepcional -yo diría que único, en mi experiencia turfística del último medio siglo- el caso de Sea The Stars. A primeros de mayo ganó las Dos Mil Guineas, sobre una milla; a comienzos de junio, el Derby de Epsom, sobre milla y media; en la primera semana de junio, el Eclipse, sobre dos mil metros; a mediados de agosto, el Internacional de York, también sobre dos mil metros; de nuevo sobre los dos kilómetros, el Irish Champion, a principios de septiembre, y el domingo pasado, se llevó el Arco de Triunfo, sobre milla y media, frente a dieciocho caballos de primera clase de edades y países diferentes. Todo un récord.

Lo que hace excepcional, único, a 'Sea The Stars' es que está al máximo nivel toda la temporada

Lo asombroso de Sea The Stars no es sólo su categoría y versatilidad, sino también su carácter. A diferencia de otros campeones, no tiene manías ni extravagancias. Su preparador, el sabio John Oxx, dice que incluso en la cuadra destila la serenidad de "una tranquila presencia masculina". Es otro irlandés quiet como el de la película de John Ford, pero en este caso de cuatro patas. Siempre ha sido montado por el cincuentón Mick Kinane, que ha retrasado su jubilación para compartir sus victorias. Por cierto, al veterano Kinane le van los años terminados en nueve: hace 20 ganó su primer Arco con Carroll House y hace diez repitió triunfo con Montjeu. Ahora le tocaba ganar de nuevo...

Viendo la carrera y la aparente facilidad de su victoria, uno no puede por menos de recordar a la gran Zarkava, la yegua del Aga Khan que se llevó el Arco el año pasado. Lástima que se haya retirado, porque es la única que podría haber hecho sudar un poco a Sea The Stars. A quienes no hemos podido ver ese magno torneo de campeones nos queda el consuelo de comprobar que el tiempo, que tantas cosas nos arrebata, aún puede traernos magníficos regalos hípicos, aún mejores que todo lo que admiramos en el pasado.