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Columna
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La Generación Ni-Ni

Me han preocupado los datos que recientemente ha publicado la OCDE sobre el panorama de los jóvenes. El citado informe afirma que el 14% de los españoles de entre 16 y 24 años no hace nada. Es decir, es la generación Neet (Not employment, education or training). Estos datos son complementados con otros bastante similares, cuando se dice que el 49% de los españoles de 25 a 64 años sólo ha finalizado los estudios obligatorios, lo que nos sitúa bastante lejos de los promedios de los países más dinámicos.

Pero si volvemos a la generación Neet, llamada también Ni-Ni (ni estudias, ni trabajas), nos encontramos que en España, como en los restantes países, se asiste a contemplar un dualismo paradójico. Por un lado, tenemos a las generaciones que apuestan por el emprendimiento y la formación; y por otro lado, a los Ni-Ni que sienten que poco o nada pueden hacer para encontrar trabajo. ¿Cómo explicarlo? Los primeros tienden al optimismo y consideran que, aún en épocas de crisis, existen oportunidades para aprender y para formarse, a la vez que van perfilando opciones para su desarrollo. Los segundos admiten que poco pueden hacer para cambiar los escenarios para superar las dificultades y se dan por vencidos de manera inmediata (casi sin luchar), quedando en una situación de desamparo que se traduce en elevadas tasas de paro juvenil.

Estamos ante el tránsito de un modelo metódico a otro más creativo y basado en nuevas ideas

¿Es el momento de examinar a los jóvenes o también debemos proceder a evaluar a la propia sociedad? Los jóvenes han recibido muchas cosas y con gran facilidad, se argumenta en sesudos análisis elaborados desde las universidades. Han vivido, se dice, en entornos protegidos hasta los treinta años y han mantenido una separación muy nítida entre el ámbito del estudio y el del trabajo. Se lo ha permitido la sociedad y los gobiernos lo han alentado, pensado que no tenían que pasar ni tener la penalidades de sus padres y abuelos. De ahí la paradoja española.

En otros países, por ejemplo en Estados Unidos, estos considerandos no son tan nítidos; es decir, los jóvenes no están sobreprotegidos y allí la cultura del valor del trabajo es diferente, no existiendo la red social o familiar que les permiten estar inactivo. De ahí las críticas a nuestro sistema que podrían llegar a generar una amplia decepción en los sistemas de valores.

El debate sobre la situación actual y el futuro de la juventud siempre es necesario, tanto para los jóvenes como para los padres, pero también para las instituciones públicas que deben implementar sus políticas. En este sentido, es preciso remarcar que los jóvenes valoran las opciones que se ofrecen, pues desean asumir retos alcanzables.

Dos nuevos estudios llamaron mi atención. El primero, realizado por Adecco, daba respuestas a la pregunta "¿qué quieres ser de mayor?". Sobre 2.000 niños, entre cuatro y 17 años, el 57% crearía su propio negocio, aunque el 18% de los niños quiere ser futbolista y el 10 % policía; en tanto que para las niñas, el 26% desea dedicarse a la enseñanza y el 14% quiere ser artista.

El segundo, esta vez de HaySelection, revela el potencial de la juventud. Los jóvenes entre 20 y 30 años son capaces de actuar de forma resolutiva si algo les atrae y la forma que poseen para solventar las dificultades las encuentran en sus capacidades para buscar información y en su propia creatividad. Por ello, los jóvenes actuales son grandes usuarios de redes sociales y poseedores de contactos ilimitados. Esta capacidad de desarrollar habilidades les va a permitir avanzar con mayor confianza en un futuro próximo, escalando tanto posiciones comerciales como haciéndose cargo de puestos directivos en aquellos nichos de mercado en donde mayor sea la competencia.

En consecuencia, apostar por los jóvenes que desarrollan ese networking pone de manifiesto que estamos aumentando su capacidad de relación y de comunicación interpersonal de cara a lograr un mayor compromiso e implicación.

Estamos, pues, ante el tránsito de un modelo a otro; basculando de un comportamiento más analítico, metódico y muy centrado; a otro más creativo y basado en ideas nuevas. Los jóvenes son, ante todo, decididos y pueden ser competitivos entre ellos. Resta, por consiguiente, no coartar sus iniciativas.

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