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Crónica:SILLÓN DE OREJAS
Crónica
Texto informativo con interpretación

Mística para conjurados

Mientras descanso de mis afanes conspirativos (planeo con otros conjurados una especie de nuevo motín de Esquilache, aunque esta vez progresista e ilustrado, contra Gallardón y su "tasa por prestación del servicio de gestión de residuos urbanos", última exacción a la que el megalómano alcalde de la ciudad-escombro nos ha sometido), me refugio en libros que hablan de un mundo que ya no está en éste. Los dos volúmenes de la Mística del siglo XVI (tomo I Santa Teresa; tomo II San Juan), que acaba de publicar la Biblioteca Castro editados por Francisco Javier Díez de Revenga, me proporcionan temporalmente la atmósfera balsámica que persigo. Vuelvo a leer -si es que se puede llamar así a flotar en el aire inconsútil de su lenguaje- el Cántico y la Noche oscura, y recuerdo aquella sentencia de Octavio Paz (creo que en Corriente alterna) en la que igualaba droga y ascetismo -diferentes caminos hacia la mística- en su común propósito de negación del mundo. ¿Dios? Sí: quizás el Amado sea un Dios personal, pero cada vez que leo a San Juan me pregunto si puede existir una mística que no sea panteísta. Prolongo el bálsamo -ya lejos de las divinas liras del carmelita- con las Cartas cotidianas y luminosas de Emily Dickinson (Lumen, edición de Nicole d'Amonville Alegría), quizás la novedad más refrescante que he recibido esta semana. "Es domingo ahora", dice en una de ellas, "y todos se han marchado a la Iglesia, las calesas han terminado de pasar, y yo he salido a la nueva hierba a escuchar las antífonas". Otro mundo posible. Pero ya no está en éste.

Guerras

Me llegan, con pocos días de intervalo, tres libros sobre otras tantas guerras, todas terribles. La guerra del Peloponeso (Edhasa), de Donald Kagan, tiene que ver con ese evidente interés por el mundo grecorromano que forma parte del último Zeitgeist de esta época barroca y confusa ("vuelve todo lo clásico", reza el eslogan de la campaña de otoño de La Casa del Libro). La edición original se publicó en 2003, formando parte de la avalancha editorial de libros bélicos que reflejaba la atmósfera social provocada por la guerra de Irak. El libro es la estupenda síntesis de un formidable trabajo de investigación publicado en cuatro tomos a lo largo de veinte años, e iniciado cuando el autor todavía era lo que en Estados Unidos se conoce por "liberal". Luego Kagan -uno de los grandes historiadores contemporáneos de la Grecia clásica- cambió de ideas, apoyó la "regeneración" republicana, y hacia 2000 lo teníamos firmando, con su hijo Frederick, While America Sleeps (Mientras Estados Unidos duerme), un alegato a favor de mayores inversiones en defensa que fue muy celebrado por los neocons y demás halcones que ocuparon la Casa Blanca acompañando al (futuro) amigo de Aznar. Donald Kagan, por cierto, es también padre de Robert, el célebre -y muy venerado en círculos conservadores- historiador y analista de política exterior que asesoraba al candidato McCain en asuntos internacionales; su influyente Poder y debilidad. Europa y Estados Unidos en el nuevo orden mundial fue publicado por Taurus en 2003 y suscitó algunos comentarios muy jugosos en la prensa española. Los otros libros recibidos se refieren a las dos grandes carnicerías del siglo pasado. El día D (Crítica), de Antony Beevor, reseñado muy favorablemente en Babelia, se centra en la ingente operación de desembarco aliado que daría el giro definitivo a la Segunda Guerra Mundial. Por último, La batalla del Somme (Ariel) es una de las más recientes obras del insigne y muy oficial historiador británico sir Martin Gilbert, autor -entre una masa ingente de libros sobre el mundo contemporáneo, Holocausto incluido- de una monumental biografía de sir Winston Churchill en ocho tomos. La del Somme fue, junto con la de Verdun, una de las más sangrientas batallas de la historia (en poco más de cuatro meses, 1,5 millones de bajas, entre muertos y heridos). Gilbert, un historiador que tiene a gala comunicar de forma amena lo que sabe (aquí deberían aprender algunos), construye un relato épico en el que los individuos -héroes o no- y su vida cotidiana (e incluso su poesía) conforman el rostro más reconocible de un horror "sin pompas y sin adornos". Libros acerca de guerras terribles y lejanas que se nos revelan más próximas y comprensibles que esas difusas de ahora que, paradójicamente, aparecen cada rato en la pantalla de la tele, con las imágenes inconexas y aleatorias de sus víctimas y su horror formando parte de los ingredientes de la papilla ideológica, estética y moral con la que se nos invita a fabricar nuestra idea del mundo.

Sectorial

En la jerga cinematográfica la expresión mexican standoff (empate mexicano) designa esas situaciones dramáticas en las que nadie puede ganar. Ejemplo: el malo apunta con su arma (lista para disparar) al bueno, quien, a su vez, apunta con su arma (lista para disparar) al malo que le apunta con su arma (lista para disparar). El empate, claro, puede ser entre dos o más, así que cabe la posibilidad de que el punto muerto se resuelva como duelo o como carnicería. Y es que, si uno se pone nervioso -aunque sea porque se le posa una mosca en la punta de la nariz- puede desencadenarse la balacera y terminar todos fiambres, de manera que más vale guardar calma y recurrir a la diplomacia. De los empates mexicanos (a Tarantino le privan) o se sale por medio de la negociación y el chalaneo o metido en la caja de pino. En la confrontación entre la Asociación de Editores de Madrid y la Federación de Gremios de Editores de España las posiciones siguen enconadas. Me entero ahora de que los primeros han impugnado judicialmente la elección del presidente de la FGEE, con lo que apunta otro periodo de tremolina. Subterráneamente, la tensión podría reflejar (también) la lucha entre dos de los mayores grupos editoriales españoles -de Barcelona y de Madrid- por el control institucional del sector, cada uno con sus aliados empresariales (grandes y chicos) y apoyos territoriales. Lo malo es que los tiempos (y la puñetera crisis) no están para entretenerse con escaramuzas: el sector -que, afortunadamente, no lo forma tan sólo ese 4,4% de grandes empresas que facturan el 66,6% del total- se enfrenta con retos de enorme importancia. Y uno de ellos es la necesaria reforma estatutaria, en la que algo tendrán que decir los pequeños. De manera que se impone la responsabilidad. Por lo demás, crucemos los dedos para que en el próximo Liber (Madrid, Ifema, del 7 al 9 de octubre) a nadie se le pose una mosca en la nariz.

Ilustración de Max.
Ilustración de Max.

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