Louis Rosen, uno de los últimos artífices de la bomba atómica
Louis Rosen era uno de los últimos puntos de contacto vivientes que quedaban con el Proyecto Manhattan, el equipo de científicos e ingenieros que durante la II Guerra Mundial trabajó en secreto para desarrollar la primera bomba atómica antes de que lo hiciera la Alemania nazi. Era una de las menciones obligatorias al darse a conocer la noticia de su muerte el pasado 20 de agosto, en Albuquerque, Nuevo México, con 91 años. Así lo reconoció Alan Hurd, jefe del Centro Lujan de Dispersión de Neutrones, una de las instalaciones del Centro de Ciencias Neutrónicas de Los Álamos (Lansce), que Rosen contribuyó a crear cuando desarrolló el que realmente fue su principal proyecto: el más potente colisionador de átomos de su época.
Rosen nació en Nueva York el 10 de junio de 1918. Estudió en la Universidad de Alabama y se doctoró en la de Pensilvania, y después se integró en el equipo de científicos, matemáticos e ingenieros del Proyecto Manhattan. Su nombre quedó entonces eclipsado por gigantes de la ciencia como Hans A.Bethe o Robert J. Oppenheimer, considerado el padre de la bomba que destruyó Nagasaki e Hiroshima. "Le encantaba relacionarse con los estudiantes y mi imagen favorita de él es cuando estaba rodeado por un tropel de algunos, muy afortunados por poderle escuchar, y les contaba sobre el tiempo en el que él y sus colegas incendiaron el bosque durante la guerra", recordó Hurd.
Su relación con las instalaciones secretas del Laboratorio Nacional de Los Álamos fue muy especial. Así como la mayor parte de sus colegas dejó este centro de investigación tras haber construido la bomba y cumplido la misión que dio el triunfo bélico a EE UU, Rosen siguió trabajando en sus laboratorios hasta la semana de su muerte. Colaboró con Edward Teller, el polémico físico con el que Oppenheimer tuvo graves diferencias y que se hizo famoso por su encendida defensa de las armas nucleares durante la guerra fría y de la guerra de las galaxias en los años ochenta.
Cuando Teller siguió trabajando en el proyecto de una superbomba, la bomba de hidrógeno, que multiplicó la capacidad destructiva de la bomba atómica para disuadir la amenaza soviética, Rosen fue uno de los dos jóvenes físicos encargados de verificar que el primer ensayo de la bomba H, en 1951 en un atolón coralino del Pacífico, había conseguido el éxito total (la fusión termonuclear), informa The New York Times.
Su proyecto de colisionador, que culminó en la construcción de las instalaciones del Lansce, fue clave para que el centro de Los Álamos, además de quedar ligado a la fabricación de bombas de destrucción masiva, consolidase su prestigio en el mundo de la investigación.
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